viernes, 26 de octubre de 2018

El Papa Francisco y su mensaje al TED 2017


Uno de mis lectores me ha pedido traiga al Blog el texto completo del mensaje que el Papa Francisco dirigió al TED de Vancouver en abril del año 2017. A continuación sus palabras:

"El tercer y último mensaje que me gustaría compartir hoy se refiere precisamente a la revolución: la revolución de la ternura. ¿Qué es la ternura? Es el amor que se hace cercano y concreto. Es un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos. La ternura es usar los ojos para ver al otro, usar los oídos para escuchar al otro, para oír el grito de los pequeños, de los pobres, de los que temen el futuro; escuchar también el grito silencioso de nuestra casa común, la tierra contaminada y enferma. La ternura consiste en utilizar las manos y el corazón para acariciar al otro. Para cuidarlo.

La ternura es el lenguaje de los más pequeños, del que necesita al otro: un niño siente afecto y conoce a su padre y a su madre por las caricias, por la mirada, por la voz, por la ternura. Me gusta escuchar cuando el padre o la madre hablan a su niño pequeño, cuando ellos también se vuelven hijos, hablando como habla él, el pequeño. Esta es la ternura, abajarse al nivel del otro. También Dios se abajó en Jesús para ponerse a nuestro nivel. Este es el camino seguido por el Buen Samaritano. Este es el camino seguido por Jesús, que se abajó, que atravesó toda la vida del ser humano con el lenguaje concreto del amor.
Sí, la ternura es el camino que han recorrido los hombres y las mujeres más valientes y fuertes. La ternura no es debilidad, es fortaleza. Es el camino de la solidaridad, el camino de la humildad. Permitidme decirlo claramente: cuanto más poderoso eres, cuanto más repercuten tus acciones en la gente, más estás llamado a ser humilde. Porque, de lo contrario, el poder te arruina y tu arruinarás a los demás. En Argentina se decía que el poder es como la ginebra bebida con el estómago vacío: hace que te dé vueltas la cabeza, te emborrachas, pierdes el equilibrio y te lleva a hacerte daño o a hacérselo a los otros, si no lo juntas con la humildad y la ternura. Con la humildad y el amor concreto, en cambio, el poder – el más alto, el más fuerte – se convierte en servicio y difunde el bien.
El futuro de la humanidad no está solamente en manos de los políticos, de los grandes líderes, de las grandes empresas. Sí, su responsabilidad es enorme. Pero el futuro está, sobre todo, en manos de las personas que reconocen al otro como un “tú” y a ellos mismos como parte de un “nosotros”.
Nos necesitamos unos a otros.  Y por eso, por favor, acordáos también de mí con ternura, para que lleve a cabo la tarea que me ha sido confiada para el bien de los otros, de todos, de todos vosotros, de todos nosotros. Gracias."

viernes, 19 de octubre de 2018

¿Conoces esa maravillosa tierra?


No cabe duda que los que profesamos la fe católica vivimos en estas fechas momentos difíciles y de bastante confusión. No es ninguna novedad, pero el demonio se encarga una y otra vez de que haya motivos para generar confusión e intranquilidad entre los que siguen al Crucificado. El mismo Papa Francisco nos ha pedido que recemos el Santo Rosario en este mes de octubre, pidiendo cada día a la Virgen María que ayude a la Iglesia en estos tiempos de crisis. La nota de „Vatican News“ al respecto nos da la explicación: „Esta petición llega ahora, en particular, tras estos últimos meses donde la Iglesia vive situaciones difíciles, entre ellas, han aparecido con mucha más fuerza que antes, abusos sexuales, abusos de poder y de conciencia por parte de clérigos, personas consagradas y también laicos; sumando así divisiones internas.“

En nuestra escuela de ternura nos esforzamos para que „nuestro modo de mirar, de tocar, de besar se convierta en sacramento cotidiano, en posibilidad de acceso al cariño entrañable del Dios de Jesús con todos, y de un modo significativo con los pobres, pequeños, y abatidos de nuestro mundo.“ (Mariola López V.). Queremos, con la ayuda de la Divina Gracia, que en nuestro esfuerzo por aprender a amar con todo nuestro corazón y con todo nuestro cuerpo no surjan motivos para empañar la BELLEZA de la ternura que nos ha sido regalada y que deseamos regalar al que va a nuestro lado.

En este contexto recuerdo las estrofas de una oración que compuso y rezó por primera vez el fundador del Movimiento de Schoenstatt, el Padre José Kentenich, en febrero del año 1943, durante su estancia como prisionero en el campo de concentración de Dachau, y que tituló „Heimat-Lied“ - Cántico al terruño. Era una oración para la filial de las Hermanas de María en la casa de ejercicios de Schoenstatt.

Inicia cada estrofa – son seis – con una pregunta, inspirándose en un conocido poema de Goethe. El poeta alemán, después de haber estado en Italia y haberse quedado maravillado de aquella tierra, la añora y anhela, y escribe sus versos comenzando con la pregunta. „¿Conoces el país donde florece el limonero?“ y terminando cada estrofa con un anhelo hecho verso:

„Hacia allí, hacia allí
quisiera yo ponerme en camino junto a ti, amado mío!“

En la última estrofa Goethe lo puntualiza:

„Hacia allí, hacia allí
se dirige nuestra senda! ¡Oh, padre, pongámonos en camino!“

Al Padre Kentenich, al igual que a Goethe, le impulsa el anhelo de la BELLEZA y tiene un sueño en medio de la oscuridad y las atrocidades del campo de concentración, tiene una visión que describe en esta oración, la de un Schoenstatt que concibe como parte de la Iglesia misma, y que él anhela con toda su alma. Repetirá, al estilo de Goethe, al final de cada estrofa un estribillo: „Yo conozco esa maravillosa tierra: es la pradera asoleada con los resplandores del Tabor, donde reina nuestra Señora tres veces Admirable en la porción de sus hijos escogidos.“

En estos momentos difíciles de la Iglesia, de nuestra Iglesia, vale la pena meditar alguna de estas estrofas, soñar con el Padre Kentenich y anhelar con él „esa maravillosa tierra“ de Dios (también y precisamente hoy, en estos tiempos que nos ha tocado vivir). Transcribo tres de las seis estrofas:

„¿Conoces aquella tierra cálida y familiar
que el Amor eterno se ha preparado:
donde corazones nobles laten en la intimidad
y con alegres sacrificios se sobrellevan;
donde, cobijándose unos a otros,
arden y fluyen
hacia el corazón de Dios;
donde con ímpetu brotan fuentes de amor
para saciar la sed de amor que padece el mundo?“

............... „Yo conozco esa maravillosa tierra ...“

„¿Conoces aquella tierra abundante y pura,
reflejo de la Belleza eterna: donde las almas nobles y fuertes
se desposan con el Cordero de Dios;
donde ojos transparentes irradian calor
y manos bondadosas alivian dolores;
donde esas manos sin mancha
continuamente se juntan en oración
para conjurar los poderes demoníacos?“

............... „Yo conozco es maravillosa tierra ...“

„¿Conoces aquella tierra, ciudad de Dios,
que el Señor se ha construido:
donde reina la veracidad,
y la verdad domina todo y sobre todo triunfa;
donde las santas normas de la justicia
determinan lo que se hace y lo que se evita;
donde el amor une
los corazones y los espíritus,
y el Señor y Maestro empuña el cetro?“

............... „Yo conozco esa maravillosa tierra ...“

El Cántico al terruño es como un sueño profético sobre el que el conocido obispo Helder Cámara diría: „Si sueña uno solo, todo se queda en un sueño, pero si son muchos los que sueñan juntos, entonces será el comienzo de una nueva realidad.“ Yo conozco a muchos que han soñado y siguen soñando juntos y con el Padre Kentenich, aunque a veces parezca que el sueño nunca se va a hacer realidad.

„Yo conozco esa maravillosa tierra: . ¡es mi terruño, es mi tierra de Schoenstatt!“                                             ¡Es la Iglesia de mi Cristo crucificado!

 Yo me uno a Goethe y digo:

"Hacia allí, hacia allí
se dirige nuestra senda! ¡Oh, padre, pongámonos en camino!“



viernes, 12 de octubre de 2018

Perfumes y lágrimas


¿Por qué será que con el paso de los años nos cuesta tanto dejar que nuestros seres queridos nos laven los pies o nos corten la uñas de los mismos? ¡Y ésto justamente cuando más lo necesitamos ......! Me viene a la mente el pasaje del Evangelio que escuchamos hace unos días, en el que Lucas nos cuenta el episodio de la mujer pecadora que entró en casa del fariseo y se echó sobre los pies de Jesús, bañándolos con sus lágrimas y ungiéndolos con aceite perfumado (Lc 7, 36-50).

Lo de no dejarse lavar los pies no es algo exclusivo de los que tenemos muchos años; ya Pedro, el discípulo amado, no quiso que el Maestro le lavara los pies. Todos recordamos en qué terminó todo: Jesús le dijo: „Si no te lavo, no tienes parte conmigo“, a lo que Pedro contestó: „Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza“. Un intercambio de miradas le haría comprender pocas horas después, con dolor y vergüenza, el sentido de todo ello: no solo lavar los pies sino dar la vida por el otro.

En mi meditación sobre el pasaje de Lucas, no me atrevo a situarme en la escena evangélica del fariseo y la pecadora, y menos aún a identificarme con alguno de los protagonistas.  Temo estar muy cerca de los pensamientos del fariseo y salir mal parado en la polémica que contrapone la ternura de la mujer al legalismo del fariseo:

„Entré en tu casa
y no me diste agua para los pies.
Ella en cambio me ha mojado mis pies con lágrimas
y los ha secado con sus cabellos.
no me diste el beso.
Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies.
no me ungiste mi cabeza con aceite.
Ella ha ungido mis pies con perfume“ (Lc 7, 44-45; Cf. Mt 26,6-13)

Hay en el pasaje de Lucas una sobreabundancia de ternura que quiero destacar. Por una parte, la ternura de la mujer que lava, seca y besa los pies del Maestro, y por otra, la ternura, la inmensa ternura de Jesús con aquella mujer despreciada por la opinión pública por ser considerada pecadora o adúltera. ¡Dejarse lavar los pies con las lágrimas de una pecadora, dejarse besar los pies por una desconocida! ¿Conocéis una ternura semejante?

La ternura de Jesús contiene una potencialidad „revolucionaria“ única. Va más allá de los usos y costumbres del momento, convirtiéndose en acogida y gracia para la mujer pecadora y para todos nosotros. Si Dios ama a todos, hasta a los lirios del campo, no nos podemos sentir excluidos de esa ternura de nuestro Maestro, al contrario, debemos dejar que la misma llegue a nosotros a través de las manos, de los besos y caricias del que está más cerca de mí, porque en él y con él está Jesús. Esta es la ‚revolución de la ternura‘ que predica el Papa Francisco.

En su cuaderno „Hacia la ternura“ cuenta la religiosa Mariola López Villanueva una bella experiencia de una misionera compañera suya. Dice así: „Una compañera escribía en un email desde Sancti Spiritus, en Cuba: „Voy al asilo que está al lado de casa. Todas las viejitas son ‚principales‘ del Reino. Unjo sus pieles desgastadas con un bote de crema que llevo. Delicadamente practico con ellas el sacramento del beso“ .... ¿Somos conscientes de esta unción en nuestras manos y en nuestra piel? ¿De los pequeños sacramentos cotidianos que pueden tejerse a través de nuestro cuerpo? 
¡Cuánto necesitamos ayudarnos unos a otros a recuperar el poder que tienen nuestros cuerpos para sanar y bendecir cuando vamos dejando que el AMOR los tome!“

Cuando las uñas de mis pies me hayan crecido de nuevo, y mis huesos no permitan que pueda agacharme lo necesario para lavarme y cortarlas, me acordaré de las viejitas de Cuba y de la mujer del episodio de Lucas, de la misionera del Sagrado Corazón y del mismo Jesús. Intentaré cultivar mi humildad y dejar que las manos de la persona querida que está a mi lado sean el vehículo precioso de su donación, de la ternura de su corazón, de la ternura del corazón de Jesús. Será también una oportunidad para imitar al Maestro en su amor por los demás, en su ternura magistral e infinita.
   

viernes, 5 de octubre de 2018

Un vídeo para el "congreso de la ternura" en Asís (2)


En mi reflexión de la semana pasada adjunté el vídeo que los organizadores del congreso de Asís sobre „La teologia della tenerezza in Papa Francesco“ proyectaron en una de sus sesiones de trabajo. Los guionistas del vídeo muestran comentarios del mismo Papa, de la filósofa Flavia Marcacci y del teólogo Mons. Carlo Rocchetta. La traducción al español de lo que dicen los dos primeros está en mi escrito de la semana pasada, hoy incluyo la traducción de las palabras del teólogo.

Me atrevo a decir que para nosotros, los que asistimos regularmente a esta escuela de la ternura mediante la lectura de este Blog, las breves palabras del Papa, por su sencillez y cercanía, nos brindan sugerencias importantes para nuestra vida. También es verdad que las reflexiones filosóficas de la señora Marcacci nos pueden ayudar a comprender mejor la realidad de la ternura, a la vez que nos sugieren preguntas y respuestas sobre el tema y su implicación en nuestra propia vida. Me llamó especialmente la atención su afirmación de que la ternura es una opción para auto-educarnos, para educar nuestro propio ser, nuestra capacidad de interacción con nuestro prójimo y con nosotros mismos. Y aquello otro de que la práctica de la ternura es una forma de apasionarse por lo humano, invitando de forma concreta a asumir el reto que tenemos ante nosotros aceptando el desafío que el Papa Francisco nos plantea con su revolución de la ternura.

Me ha llamado la atención el poco espacio que los guionistas del vídeo han concedido al teólogo Mons. Rocchetta, cuyas intervenciones traigo hoy traducidas al español. Es cierto que si nos fiamos del programa publicado, todo el congreso de Asís fue una reflexión sobre la teología de la ternura: sus raíces antropológicas y bíblicas, aspectos de teología sistemática, moral y pastoral, incluyendo además otras facetas del anuncio de la ternura del Papa Francisco. Esperaremos a la publicación de los documentos finales del congreso. Cuando disponga de los mismos, tendremos oportunidad de considerarlos en nuestra escuela. Hoy nos conformamos con lo dicho por Don Carlo en el vídeo.  

Intervenciones del teologo Mons. Carlo Rocchetta en el vídeo „Papa Francesco e la rivoluzione della tenerezza“:

El concepto de ternura en la Biblia se expresa a través de una serie de vocablos que enfatizan la parte visceral, una sensación profunda; por ejemplo, ‚rahamim‘ que significa tener una intensa ternura, una gran ternura; expresa ese amor visceral de una madre que siente cómo se mueve dentro de sí misma el bebé de sus entrañas. De hecho, el femenino de ‚rahamim‘, ‚rehem‘, significa el útero, el vientre de la madre en el que el niño se siente protegido. La ternura recuerda ese vientre de Dios que nos porta y sostiene en sí mismo al igual que una madre lleva a su hijo en el suyo.

Mucha gente quiere saber cuándo habló Jesús de la ternura. El Evangelio es el evangelio de la ternura, todos los episodios son continuamente episodios de ternura. En la terminología, por ejemplo: todas las veces que se dice que Jesús tuvo compasión. El verbo griego corresponde al bíblico de la ternura, un amar con el corazón. Com-padecer significa  'sufrir con’. Por lo tanto, Jesús continuamente se refiere a la ternura del Padre que nos ama, a su ternura hasta la cruz. La cruz es el gran abrazo en el que Dios nos abraza y nos acoge en su corazón. La cruz, la forma del cuerpo, el cuerpo la forma de la cruz. La cruz nos dice a nosotros mismos que somos seres de ternura capaces de amar a Dios. Ternura es amar a los otros, abrazarse, darse la mano.

El Santo Padre vuelve una y otra vez sobre este tema. Por ejemplo, en Evangelii Gaudium cita 11 veces la palabra ternura, en Amoris Laetitia lo hace en 21 ocasión. Habla también de la revolución de la ternura, de la fuerza revolucionaria de la ternura. Recuerdo los tiempos en que la palabra revolución se refería al proletariado, a la  la revolución marxista. Referirla a la ternura es realmente algo absolutamente nuevo, porque significa que la ternura cambia. Es una revolución con un buen fin, en el sentido de que cambia los corazones, cambia la sociedad, cambia las relaciones entre las personas.

Creo que la evolución de la ternura es también como la evolución de la belleza. Encontrar la belleza en los corazones de la gente, en contra de la aberración que es la brutalidad, la violencia, todo lo que destruye la vida.

Verdaderamente ahora ha llegado la época de la ternura, de la misericordia y de la ternura. Entre misericordia y ternura se da una relación estrechísima: jamás la una sin la otra.

Yo confío también que, al ejemplo del año de la misericordia, tengamos un día igualmente el año de la ternura, porque la ternura es necesaria.


viernes, 28 de septiembre de 2018

Un vídeo para el "congreso de la ternura" en Asís

Se celebró en Asís el congreso sobre „la teología della tenerezza in Papa Francesco“ durante los pasados días 14 al 16 de septiembre. Intervinieron diversas personalidades y teólogos, clausurando el mismo Mons. Carlo Rocchetta, teólogo y fundador del Centro familiar ‚Casa della tenerezza‘ de Perugia. Tardaremos, como es habitual, en recibir información detallada sobre lo tratado en Asís. Ocurre así en todos estos eventos.

Sin embargo deseo hoy compartir con mis amigos de nuestra escuela de ternura un vídeo que fue diseñado para el congreso y proyectado en una de las sesiones del mismo. Realizado por Copercom y Sir, dos instituciones italianas de información religiosa, muestra un contenido audiovisual con imágenes y textos de algunos momentos del magisterio del Papa Francisco sobre el tema de la ternura, y resúmenes de entrevistas a dos „especialistas de la ternura“: el teólogo Carlo Rocchetta y la filósofa Flavia Marcacci, catedrática de la Pontificia Universidad Lateranense y miembro, con su marido, de la comunidad familiar „Casa della tenerezza“.

El sonido del vídeo original está en italiano. Para facilitar la comprensión del mismo incluyo más abajo los textos en español. Debido a la extensión de los mimos traigo hoy las intervenciones del Papa y de Flavia Marcacci. En la entrada del viernes próximo incluiré la traducción de las intervenciones del teólogo C. Rocchetta. Vale la pena tomarse unos minutos para disfrutar del vídeo y de su contenido.





Intervenciones del Papa Francisco (tomadas del vídeomensaje que el Papa envió a los participantes del TED 2017 de Vancouver):

„La revolución de la ternura. Es el Dios grande que se hace pequeño, y en su pequeñez no deja de ser grande. Es en esta dialéctica ‚grande – pequeño‘, en donde se da la ternura de Dios. La revolución de la ternura. ¿Qué es la ternura?“

„La ternura es el amor que se hace cercano y concreto. Es un movimiento que procede del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos.“

„La ternura es el camino que han recorrido los hombres y las mujeres más valientes y fuertes. La ternura no es debilidad, es fortaleza. Es el camino de la solidaridad, el camino de la humildad.“

„La ternura es usar los ojos para ver al otro, usar los oídos para escuchar al otro, para oir el grito de los pequeños, de los pobres, de los que temen el futuro.“

„La ternura consiste en utilizar las manos y el corazón para acariciar al otro, para cuidarlo.“

„La ternura es el lenguaje de los más pequeños, del que necesita al otro.“


Intervenciones de la filósofa Flavia Marcacci:

Hablar de ternura, describir qué es la ternura, no es fácil. Realmente no existe una definición teórica determinada porque como concepto no ha sido científicamente muy investigado. Cuando hablamos de ternura nos referirnos a un sentimiento o probablemente a una emoción. Es también una actitud, una manera de comportarse delante de los otros, con los otros y para los otros. Es una inclinación, y seguramente también una pasión. Una pasión, porque se refiere a algo que surge desde lo más profundo, llevándolo después hacia afuera o incluso hacia ti mismo. La ternura es también una opción.

La semántica del término ternura nos puede ayudar también: ternura es algo que demanda un movimiento de acercamiento al otro, un retenerlo, acogerlo y protegerlo; se caracteriza también con dos palabras, suavidad y delicadeza. El amor nunca es agresivo, no puedo decirle a alguien ‘te amo’ y ser a la vez agresivo, porque es una contradicción; es por eso que el amor también debe expresar esta ternura. Amar es ser tenaz en la ternura y en la elección que se hace de acercarse a la otra persona, enfrentando con esta actitud incluso las situaciones más diversas de la vida.

La ternura es algo que hay que conquistar, porque no siempre se da de forma natural. Los antiguos hablaban de “habitus” refiriéndose al trabajo de autoformación que podemos hacer sobre nosotros mismos. La ternura es por tanto también una opción para educar nuestro propio ser. A menudo se confunde la ternura con una actitud de debilidad, y es en cambio todo lo contrario: la constancia en el acogimiento, permaneciendo abiertos y por lo tanto también pacientes, es muy exigente, porque el otro puede acercarse con situaciones problemáticas de la vida de gran preocupación. La ternura es tomarse en serio el hecho de poder vivir nuestra existencia en una actitud de serenidad, de sereno acogimiento.

Vivimos hoy en una sociedad en la que todo parece contrario a la ternura, una sociedad en la cual es difícil practicar la ternura. Por eso, y en este sentido, la ternura es también un desafío, una manera de repensar la persona humana hoy, de forma que se pueda estar y resistir libremente dentro de nuestra sociedad no cayendo en la tentación de ser toscos, de caer en la brutalidad. Hoy sabemos que el ser humano no es un concepto abstracto, está hecho también de sentimientos y emociones; así que practicar la ternura contribuye también al bienestar general. Esta forma de ver la persona humana es ciertamente más compleja, pero con el tiempo, podría ser realmente una forma de vivir plenamente nuestra humanidad, incluso en una sociedad compleja y contradictoria como la de hoy.

No basta conocer o anunciar la ternura para vivirla, hay que profundizar en su comprensión desde un punto de vista especulativo. Consecuentemente se necesita también una filosofía de la ternura que fundamentalmente es una antropología. El ser humano, la persona humana está compuesta, por así decir, de varias dimensiones: una dimensión espiritual, una dimensión afectiva, una dimensión racional y finalmente la dimensión corpórea. La ternura se relaciona inmediatamente con la dimensión afectiva, pero la dimensión afectiva abarca también todas las demás dimensiones, por lo que la ternura se puede comprender también como algo que promueve lo humano, que sabe promover a la persona en su totalidad. Por otra parte, la ternura es capaz también de promover la virtud de la magnanimidad, o sea, la capacidad de ensanchar nuestro corazón, de tener un gran corazón capaz de poseerse a sí mismo, y así ser señores sobre el bien y el mal.

El Papa Francisco ha pedido en varias ocasiones que seamos personas de ternura. Pensemos en la familia; en el capítulo cuarto de ‘Amoris Laetitia’ nos recuerda las virtudes de la familia.  Pensemos en el matrimonio, marido y mujer, es en verdad el lugar por excelencia de la ternura. El Papa Francisco lo anuncia y nos lo recuerda, regalándonos muchas indicaciones en esta dirección. Es realmente una forma de apasionarse con lo humano. Nos toca a nosotros ahora aceptar este desafío y desarrollarlo de acuerdo con nuestra sensibilidad y de acuerdo con las categorías que consideremos válidas para nosotros.  Pero sin duda, el reto está en nuestra decisión, está por medio el futuro de la humanidad.

viernes, 21 de septiembre de 2018

El Papa Francisco a los "congresistas de la ternura"


Durante el fin de semana pasado, del 14 al 16 de septiembre, se ha celebrado en Asís/Italia un congreso organizado por la „Casa della Tenerezza“ (Casa de la ternura), centro familiar de la ciudad de Perugia en Italia y cuyo fundador y director es el teólogo Carlo Rocchetta, cuyos textos e ideas cito a menudo en este Blog.

El congreso, apoyado y con el patrocinio de diferentes personalidades y estamentos de la curia italiana, incluyendo su Conferencia Episcopal, ha tratado el tema „La teología de la ternura en el Papa Francisco“.

Como acto inicial del congreso, el Santo Padre recibió en audiencia a los congresistas y les dirigió unas palabras que me ayudarán a centrar nuestra reflexión de esta semana. Los que así lo prefieran pueden leer el texto completo de la alocución en „press.vatican.va“. El Papa Francisco, con su estilo familiar y cercano, comienza hablando del libro escrito por Rocchetta, que probablemente le habían regalado los promotores del congreso y cuyo contenido fue estudiado por el mismo Papa antes de esta cita. Es el mismo libro que tengo sobre mi mesa y que conocen mis lectores, ‚Teología de la ternura – Un „evangelio“ por duscubrir‘.

Después de la introducción, el Papa plantea a los congresistas tres ideas principales, una para los teólogos y las otras dos para ti y para mí, para los cristianos de a pie. En la primera sugiere y se alegra de que la teología actual salga de las estrecheces del pasado, en donde los conceptos y la praxis primaban, olvidándose a menudo del „sentir“ humano, de lo que sentimos. Refiriéndose al tema del congreso, la teología de la ternura, el Papa recuerda que la teología „está llamada a comunicar la concreción del Dios amor“ y  a acompañar la búsqueda existencial del hombre reflejada en lo que las personas advierten emocionalmente, „aportando la luz que proviene de la Palabra de Dios“. Y todo ello porque la ternura es un „existencial concreto“ con el que se derrama el amor de Dios en el mundo.
El Papa brinda después a los congresistas las otras dos ideas o contenidos importantes para sus reflexiones sobre la teología de la ternura, que también nos atañen a nosotros: „la belleza de sentirnos amados por Dios y la belleza de sentir que amamos en nombre de Dios“.

Sentirse amado por Dios. Aclara el Papa que la ternura es el „antídoto contra el miedo con respecto a Dios“ y recuerda al Padre misericordioso de Lucas 6, 36, en aquel mandato que todos conocemos de „Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso“. Asegura además que la ternura nos revela „el rostro materno de Dios, un Dios enamorado del hombre, que nos ama con un amor infinitamente más grande que el de una madre por su propio hijo“, refiriéndose a Isaías 49,15. Termina sus reflexiones al respecto recordando que la ternura enlaza con la Pasión de Cristo: „La Cruz es, de hecho, el sello de la ternura divina“, Pasión que nos „invita a transformar nuestro corazón de piedra en un corazón de carne, a apasionarnos por Dios. Y por el hombre, por amor de Dios.

Sentir que podemos amar. Es verdad, y lo experimentamos en nuestras propias vidas, que cuando nos sentimos amados, somos capaces de amar y lo hacemos con más facilidad. Es el camino para salir de nuestros egoísmos y del „egocentrismo que desfigura la libertad humana“, porque el amor es el significado y amar la tarea principal de nuestra vida.
Para los que frecuentamos la „escuela de la ternura“, el Santo Padre nos brinda en la alocución a los congresistas de Asís una ayuda para nuestro camino. Dice el Papa: „Si Dios es ternura infinita, también el hombre, creado a su imagen, es capaz de ternura. La ternura, entonces, lejos de reducirse al sentimentalismo, es el primer paso para superar el replegarse en uno mismo.“  Esta certeza nos ayudará a derramar en el mundo, empezando por nuestro entorno más cercano, el amor que hemos recibido de Dios, a „conjugarlo en el servicio y la entrega“.

Desde el otro lado de la casa me llama mi mujer. Parece que necesita mi ayuda. Su voz me recuerda que ha llegado el momento de pasar de la teoría y la reflexión a la práctica del saber amar, del servicio y de la entrega .... 


viernes, 14 de septiembre de 2018

Suspiros


El evangelio del domingo pasado (Marcos 7,31-37) habla de un suspiro, y en este caso nada menos que de un suspiro que dio Jesús de Nazaret antes de curar al sordo de la Decápolis.
Cuando escucho o leo la palabra “suspiro” me vienen siempre a la mente dos escenas relacionadas con mi tierra natal, la bella ciudad de Granada. Son dos escenas, lejanas en el tiempo, y en las que los protagonistas expresaron sus sentimientos con un suspiro.
Empezaré por el más lejano. En el año 1492, cuando los Reyes Católicos recuperaron de la dominación musulmana el Reino de Granada, desterraron a su rey nazarí y al séquito que le acompañaba a las Alpujarras, región inhóspita y escondida al sur de Sierra Nevada, en donde aguantarían unos años antes de marchar definitivamente al norte de África.
Cuenta la leyenda que este rey, llamado Boabdil (Mohamed Abu Abdalahyah), cuando iba camino del destierro no quería dirigir su mirada a la bella ciudad que abandonaba, y sólo cuando estuvo lejos, a unos doce kilómetros, sobre una colina, se volvió, y observando por última vez su palacio y la belleza de la ciudad que había perdido, suspiró, y rompió a llorar. Cuentan también que su propia madre, la sultana Aixa al-Horra, también llamada Ayesha, que le acompañaba, le dijo una frase que muchos granadinos desde entonces sabemos de memoria – sobre todo los que andamos lejos de la patria chica: “Llora como mujer lo que no has sabido defender como un hombre”. Desde aquel día la colina citada es conocida comúnmente como “El suspiro del moro” o el puerto de “El suspiro del moro”. Fue el llanto y el suspiro por algo amado y perdido para siempre ……
He de confesar que al escuchar el evangelio del domingo también pensé en “El suspiro del moro”, y esperé a que el celebrante me aclarara en su homilía las circunstancias y diferencias de lo que pasó camino del lago de Galilea. Sin suerte, pues habló de otras cosas y no me aclaró el por qué Jesús de Nazaret suspiró en la Decápolis.
La otra escena es más personal. Andaba yo, joven y adolescente estudiante, saliendo con mi grupo de amigos de la parroquia en las tardes granadinas. Entre nosotros, una jovencita de pelos rubios y ojos azules sembraba en mi fantasía juvenil esperanzas y momentos de felicidad. Pero mira por donde, que una tarde – era otoño y habían empezado de nuevo las clases – me fijé que la rubia daba la mano cariñosamente a otro amigo del grupo; así que me quedé con las ganas …….. Estoy seguro, que marché a casa algo decepcionado. Mi padre, atento siempre al sentir de sus hijos, en un momento a lo largo de la velada, me preguntó: “¿Por qué suspiras, Paco? ¿Qué te pasa?”  Le conté la historia, y como en estas lides tenía él igualmente sus experiencias juveniles, me entendió, y su consejo fue bien sabio, aunque ahora no venga al cuento.
He de confesar también que al oír lo que contaba Marcos sobre el suspiro de Jesús me acordé no sólo de Boabdil sino de la rubia granadina y de mi padre. Otro suspiro, en esta ocasión el mío, y por una decepción  …….
Llegado el momento adecuado, a la mañana siguiente, pensé en la ternura de Jesús al acercarse a los marginados, a los indefensos y a todos aquellos que se encontraban en circunstancias difíciles o estaban necesitados. Ternura que también tuvo con el sordo de la Decápolis. El texto del evangelio citado habla de que Jesús se lo llevó aparte, como señal de predilección, de un querer estar junto a él sin testigos, ofrecerle su perdón y regalarle la salvación, la curación.
¿Y el suspiro? Quiero creer que fue un suspiro de amor, un suspiro de compasión por la vida aislada y difícil que el sordo había tenido hasta entonces. Pero más aún, fue un suspiro de nostalgia, por una decepción, un suspiro dirigido al Padre, porque sólo su Padre lo iba a entender. Dice el evangelista que Jesús miró hacia arriba - ¿veía a su Padre? – como si le quisiera recordar que al principio no había sido así, que toda la creación era perfecta hasta que llegó el pecado, y con él todos los males que padece la humanidad. También la sordera del que tenía a su lado. ¡Qué decepción, Padre: lo bello que era todo y en lo que se ha convertido! Motivo suficiente para suspirar.
La bella ciudad de Granada y sus encantos, perdidos para siempre. La decepción de la joven que se fue con otro. Los suspiros de mis pensamientos. Y como leemos en el evangelio, Jesús de Nazaret también tuvo los suyos. 

Carlo Rocchetta escribe en su 'Teología de la ternura' que "la ternura de Jesús revela todo lo más humano que hay en Dios y todo lo más divino que hay en el hombre". Es el Dios escondido y trascendente que se hace tan humano, que hasta suspira …….. Jesús y sus gestos concretos de ternura personal, modelo de toda ternura para nosotros.


viernes, 7 de septiembre de 2018

El varón y la ternura


Dos noticias de prensa de los últimos días me sugieren reflexionar sobre la postura del varón, mi postura, ante el hecho de la ternura. Animo a mis lectores a comentar y completar lo que voy a escribir.

En la primera noticia, del 27 de agosto, informan sobre el tenista Nicolás Mahut, que cayó derrotado en la última ronda de clasificación previa al US Open de tenis. Cuenta el periodista que Mahut muy tocado, se sentó en su banco bastante cabizbajo. Justo en eso momento, su hijo de siete años, Natanael, invadió la pista para correr a abrazar y consolar a su padre. Termina el relato con estas palabras: „Un gesto muy tierno que le hizo cambiar por completo la cara al francés y se fundió en un emotivo abrazo con  el pequeño“ (ABC).

La segunda noticia es más reciente, del 3 de septiembre. Se trata de la repercusión que se ha producido en la ‚red‘ por un vídeo que muestra el reencuentro  entre un hombre de 83 años y su hijo de 50 con síndrome de Down. El momento, recogido por un familiar, muestra cómo se encuentran en el aeropuerto de Los Ángeles después de haber estado separados durante una semana por primera vez. Al verse, el hijo baja corriendo las escaleras mecánicas y ambos se abrazan y se besan infinidad de veces. Hasta aquí la noticia.

En ambas situaciones es el hijo, el niño, el que toma la iniciativa y pone en marcha ese acontecimiento emocional en donde el corazón manda y consecuentemente se da el intercambio de gestos de ternura. Me pregunto si hubiera sido posible la otra alternativa, o sea, que Nicolás Mahut, en su tristeza, hubiera corrido hacia el hijo en la grada y lo hubiera abrazado con ternura buscando en el niño su consuelo .......... O si el anciano de 83 años en Los Ángeles se hubiera adelantado para besar al hijo con síndrome de Down que bajaba por la escalera mecánica .......

¿Qué  domina en la persona del varón?:  ¿la razón o el sentimiento?, ¿la virilidad o la ternura?, ¿la fuerza o la vulnerabilidad?, ¿la rabia o las lágrimas? ¿Es lo masculino una identidad tan reducida y tan parcial, en la que gobierna sólo la razón, y en donde no hay sitio para el sentimiento y la amistad desinteresada? Creo que para aprender a vivir la ternura es necesario, en primer lugar, saber mirar dentro de uno mismo, concentrarse en lo que uno es y no en lo que uno tiene, en lo que puede dar y no tanto en lo que va a recibir, sin miedos ni respetos. Y éstos, tengo que decir, son valores que me recuerdan más lo femenino del ser humano.

Me llama la atención que en los relatos de prensa que comento no haya referencia alguna a la mujer, por ejemplo, a la madre de Natanael, que seguramente estaba también en la grada del campo de tenis. Esta ausencia me recuerda la soledad de Adán en los albores de la creación. En el relato yahvista de la creación del hombre (Gn 2,4b-25) se cuenta que Adán no encontraba entre los animales a ningún ser que pudiera „estar frente“ a él, evocando así que la soledad original del hombre no corresponde a su naturaleza. „No está bien“ que esté solo, dice Dios, y crea a la mujer, y la pone frente al hombre. Al despertar y verla, Adán exclama: „¡Esta sí que es de mi propia carne y de mis propios huesos!“ 

Este pasaje bíblico me dice que el varón necesita – necesitamos - de la mujer para crecer y llegar a la mayor perfección posible como persona humana. Y también la necesitamos para aprender a expresar la potencialidad de la ternura que llevamos en el corazón, perdiendo los miedos que llevamos dentro.

Aprender de la mujer a permitir que los demás hagan emerger la ternura agazapada en nuestro interior, una ternura que viene marcada en la mayoría de los casos por el intercambio y la reciprocidad con el tú. Y para ello es bueno valorar las emociones y el deseo, superando el dualismo entre razón y sentimiento, concediendo un espacio adecuado a nuestra vida interior, afectiva y espiritual. Abrir, en definitiva, nuestros cauces varoniles a la ternura. ¡Todo un desafío!

viernes, 31 de agosto de 2018

El Cantar de los Cantares


En la búsqueda de las huellas de la ternura divina en los libros del Antiguo Testamento nos encontramos con ‚El Cantar de los Cantares‘, un texto en el que Dios habla el lenguaje de los enamorados. La exegesis lo interpreta originariamente como un canto nupcial.

Son versos en los que se exalta el amor conyugal como punto final de un camino iniciado en la búsqueda del otro, en el amor erótico, y que culmina en el descubrimiento del tú, porque amar es ocuparse y preocuparse del otro, ansiar el bien y la felicidad de la persona amada. En los diálogos entre el amado y la amada el deseo, como movimiento afectivo, adquiere diferentes formas, pareciendo algo inalcanzable y que apunta a la trascendencia. Saca a los amantes del círculo vicioso del yo y los introduce en el éxtasis de la donación de uno mismo para encontrarse con el otro, llegando así a la felicidad plena.

En un cuaderno de formación para religiosos de Frontera-Hegian titulado „Hacia la ternura“ sus autoras, Mariola López y Patricia Hevia, religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, escriben lo siguiente: „Algunos autores nos recuerdan la necesidad de recuperar el eros en nuestra vida, comprendido como dinamismo e impulso, como fuerza que nos despliega en gratuidad y don de nosotros mismos. Al eros que es salida y encuentro, se contrapone el erotismo como autocentramiento donde no hay rostro ni alteridad, y donde el ego ocupa todo el espacio y se convierte en referencia absoluta. Sin embargo, el eros tiene el poder de crear escenarios para el encuentro y para la alteridad donde el otro es importante por sí mismo y no meramente un objeto“.

Los que hemos visitado la escuela pedagógica del fundador de Schoenstatt, el Padre José Kentenich, recordamos sus enseñanzas sobre la importancia del amor erótico para la vida matrimonial. En una de sus charlas a los matrimonios, en marzo del año 1961, decía lo siguiente: „¿Qué se entiende por amor erótico? Es la complacencia en la apariencia total de la pareja. ¿Comprenden esto? ........¿Comprenden, entonces, que el amor erótico es protección del amor sexual?“ El amor erótico es la fascinación ante la belleza del otro, busca expresarse sensiblemente, quiere cautivar y agradar al cónyuge es atento y delicado. Sabe enamorar. A modo de ilustración el Padre Kentenich hizo también este comentario:  „Ayer me visitó una joven pareja de novios que pronto se van a casar. Pueden imaginarse cómo se comportaban. ¡Si hubieran visto sus miradas! ¿Qué cómo eran? Tal cual la de ustedes cuando estaban en su misma situación. La mirada de cada uno era como un sol que iluminaba al otro. ¡Con qué afecto se daban la mano y se abrazaban! Después me enteré de que aquel muchacho antes de su noviazgo no sabía nada de gestos de ternura. ¿Se dan cuenta? Este es el amor de eros al que me refería. Es la fascinación ante la belleza del otro“.

Al meditar sobre el testimonio bíblico que nos trae El Cantar de los Cantares podemos pensar que hay en Dios también un amor erótico que nos busca, que nos desea, que se hace visible en su Divina Providencia. Él nos tiene marcados en su corazón, y marcó a su vez el nuestro con un sello indeleble. San Pablo dice al respecto: „el que nos marcó con su sello y nos dió en arras el Espíritu en nuestros corazones“ (II Corintios, 1, 22) Dios es el amante que con sus gestos de ternura nos provoca y nos atrae, que nos busca, y que encuentra también su placer en nosotros.

Para terminar quiero traer un pensamiento del Papa Benedicto XVI sobre el eros de Dios para con el hombre. Lo podéis encontrar en la Carta Encíclica „Deus caritas est“ del año 2005: El eros de Dios para con el hombre, como hemos dicho, es a la vez agapé. No sólo porque se da del todo gratuitamente, sin ningún mérito anterior, sino también porque es amor que perdona. ....... El amor apasionado de Dios por su pueblo, por el hombre, es a la vez un amor que perdona. Un amor tan grande que pone a Dios contra sí mismo, su amor contra su justicia. El cristiano ve perfilarse ya en esto, veladamente, el misterio de la Cruz: Dios ama tanto al hombre que, haciéndose hombre él mismo, lo acompaña incluso en la muerte y, de este modo, reconcilia la justicia y el amor“. (10)

El Cantar de los Cantares es una obra maestra para las almas espirituales y místicas. San Juan de la Cruz, por ejemplo, en su Cántico Espiritual, recreó los poemas del Cantar bíblico. Sus estrofas le enseñaron que el amor humano se identifica en verdad con el amor divino, y que ese amor no se demuestra sino que se vive y canta en la experiencia universal de amor entre el hombre y la mujer.


viernes, 24 de agosto de 2018

Tras las huellas de la ternura en el Antiguo Testamento


Esta mañana – era todavía el amanecer – abrí el Antiguo Testamento y me encontré con Isaías en su capítulo 62, versículos 4 y 5: "No se dirá de ti jamás «Abandonada», ni de tu tierra se dirá jamás «Desolada», sino que a ti se te llamará «Mi Complacencia», y a tu tierra, «Desposada». Porque Yahveh se complacerá en ti, y tu tierra será desposada." ... "Porque como se casa joven con doncella, se casará contigo tu edificador, y con gozo de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios." Después de leerlo dos veces me atreví a pensar que no eran palabras al aire, o dichas hace siglos por un autor inspirado; eran palabras dirigidas a mí, aquí y ahora, en este hoy de mi vida ...... ¿Te lo imaginas conmigo?

Pareciera que Dios nos busca y nos desea - ¡pobre de mí! –, parece que nos dirige su palabra enamorada, para que nos demos cuenta de su amor, amor que se hará realidad en Jesús, el Hijo, en su presencia misteriosa y real aquí y ahora. Es un camino, el de Dios hacia nosotros, que se viste de gratuidad, de sobreabundancia, de ternura. Y lo más grande es que ese Dios encuentra su placer en nosotros, en mí, en tí (¡....y con gozo de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios!).

Al reflexionar sobre el lenguaje del Antiguo Testamento me doy cuenta de que no es fácil encontrar la medida adecuada para entender lo que leemos o escuchamos, para entender toda la historia de ese Israel, que por una parte habla de alianza y de bodas, y por otra vive en la angustia de la espera, anhelando que la majestad de Dios le de la respuesta adecuada a las tragedias de su propia vida. Pareciera que el Antiguo Testamento vive de la promesa, vive mirando hacia adelante. Así Isaías hace decir al Señor: „Por un breve instante te abandoné, pero con gran compasión (rahamîm) te recogeré“. (Is 54,7)

El autor del libro del Deuteronomio lo expresa también así: „YHWH tu Dios es un Dios misericordioso: no te abandonará ni te aniquilará, ya no se olvidará de la alianza que con juramento concluyó con tus padres“ (Dt 4,31). Y el salmista ayuda en su reflexión cuando plantea que la ternura del Señor puede compararse con la de un padre con sus hijos: „Como un padre se encariña con sus hijos, así de tierno es YHWH con sus adeptos“ (Sal 103,13). Una ternura que, a pesar de la infidelidad del pueblo hace decir al Señor: „Yo sanaré su infidelidad, los amaré graciosamente“ (Os 14,5)

En este amanecer de un nuevo día, en el que medito sobre la ternura del Padre en el Antiguo Testamento, me doy cuenta que yo también, como el salmista, me hallo mirando hacia adelante, esperando la aurora. A veces me parezco a Juan el Bautista, el que anunciaba aún al Dios justiciero y que en su encuentro con Jesús le pregunta  a éste: „¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro?“

Quiero pensar que los textos del AT son un símbolo del corazón humano insatisfecho y abierto. A veces, hay momentos en nuestra vida en los cuales parece que hallamos el reposo, y en otros nos sentimos perdidos e indefensos, con un único anhelo, el que escribiera Unamuno como epitafio para su propia tumba: „Méteme, Padre Eterno, en tu pecho, misterioso hogar. Dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar.“

Y el autor bíblico, queriendo representar la fuerza única de la ternura divina pone en labios del Señor un recuerdo que es a la vez una profecía: „Con amor eterno te he amado, por eso he reservado gracia para ti“ (Jr 31,3).

En este momento el sol lucía plenamente en la mañana de mi meditación. Y con esa promesa en el corazón me sentí tranquilo y feliz.


viernes, 17 de agosto de 2018

Misericordia y ternura


En uno de los comentarios recibido por WhatsApp a mi reflexión del viernes pasado escribía una de mis lectoras, también presente en la citada sala capitular, lo siguiente:  „Que Dios los bendiga por ser tan reflejo del amor misericordioso y lleno de ternura de Dios Padre“. Se refería evidentemente a los padres del protagonista de mi pequeña historia. Esta anotación me sugiere una meditación sobre la relación existente entre ternura y misericordia.

Recordarán mis lectores de la primera hora que este Blog se inició a partir de unas palabras que el Papa Francisco dirigió a los dirigentes de Caritas Internationalis reunidos en Roma el 17 de noviembre de 2016 y que tuve la ocasión de leer meses después: „En un mundo dominado por la ‚cultura del descarte‘ se necesita una especie de ‚rebelión‘. La gran enfermedad de hoy es la ‚cardioesclerosis‘, por eso se necesita ‚una revolución de la ternura‘. Porque la ternura es „cercanía, es el gran gesto del Padre hacia nosotros: Dios se hizo cercano, se hizo como nosotros, es esta la condescendencia del Padre“, dijo el Papa a los presentes.

La semana pasada intenté reflejar con mis palabras lo vivido hace unos días en la sala capitular de nuestro Instituto: en medio de una asamblea reunida para legislar y votar, la presencia inusual y excepcional de un hijo con sus limitaciones, hizo brillar la cercanía y condescendencia de unos padres, su misericordia, con el hijo de sus entrañas. En ellos pudimos los allí presentes experimentar el reflejo de la misericordia divina, y por ello y sin „construirlo“, el hecho capitular se convirtió en un acontecimiento familiar íntimo e inolvidable.

Durante el encuentro del Papa Francisco con los responsables de Caritas que antes cité, el Papa insistió: “Ternura es cercanía, y cercanía es tocar, abrazar, consolar, no tener miedo a la carne porque Dios tomó la carne humana, y la carne de Cristo son hoy los descartados, los desplazados, las víctimas de las guerras”. Y yo añado: los limitados por una anomalía en el crecimiento (TEA).

Y por eso, a nadie extrañaron los besos del hijo y de la madre ni los abrazos del padre al hijo y a la madre. La misericordia necesita siempre de la ternura para que no se quede en algo abstracto. En la Bula que escribió el Papa Francisco en abril del año 2015 para convocar el jubileo extraordinario de la misericordia decía lo siguiente: La misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.” (MV 6)

En el capítulo dedicado al “Lenguaje bíblico de la ternura” de su libro “Teología de la ternura” escribe el Dr. Carlo Rocchetta lo siguiente: “La palabra bíblica del vocabulario veterotestamentario que hemos de tomar sobre todo en consideración es rahûm, probablemente la más afín al término latino de „ternura“. Se deriva de la raiz hebrea rhm y remite a un sentimiento localizado en la parte más profunda de la persona y de su cuerpo, las interioridades, sus vísceras (rahamîm, plural de intensidad), el vientre materno (rehem), y corresponde por tanto a una vivencia de fuerte participación afectiva, que no se limita a observar desde lejos el objeto al que se dirige, sino que lo experimenta en primera persona, con cariño, como en el caso de una madre que se conmueve por el hijo que ha dado a luz (1Re 3,26). Por consiguiente el verbo râham significa sentir piedad y benevolencia por una persona que se encuentra necesitada: una emoción interior que se traduce en gestos concretos de bondad y de solicitud. Los gestos surgen como expresión visible de un amor intenso y de una viva com-pasión que roza en sus raíces la profundidad del que lo realiza, afectándolo en todo su ser.“ „¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ésas llegasen a olovidar, yo no te olvido“ (Is 49,15)

Estos pensamientos sobre el lenguaje del Antiguo Testamento y el texto citado nos muestran también que el amor de Dios, su misericordia, es como el de la madre que está profundamente vinculada a través de su cuerpo a la vida de su criatura, de forma afectiva, porque ese amor brota de los entresijos del propio ser.

Como escribía el lector mencionado al inicio de esta reflexión en su mensaje, ese amor misericordioso de Dios lo vimos reflejado en sus criaturas, en la madre y en el padre de mi pequeña historia capitular. Gracias por esta escuela de ternura, a la que asistimos días atrás. ¡Ojalá que este aprendizaje nos saque de nuestra „cardioesclerosis“! ¡Abrazos!


viernes, 10 de agosto de 2018

Ternura y mandalas en la sala capitular


Estuvieron a menudo ante mis ojos, continuamente en mi corazón. Durante los días de mi estancia en Alemania para asistir al Capítulo General de nuestro Instituto de Familias de Schoenstatt *, ellos, un matrimonio y su hijo adolescente, se sentaban a la mesa de trabajo en la primera fila de la sala capitular – delante de la mía -, y ocupaban los asientos delanteros en la capilla de la casa durante las celebraciones litúrgicas. No se separaban, unas veces el hijo entre la madre y el padre, otras veces sentado al lado de uno de ellos.

Dicen que el autismo es un fallo en el desarrollo de la persona que acarrea a veces algunas “afecciones caracterizadas por algún grado de alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, y por un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo”.

Mientras que los demás niños, hijos de otros matrimonios presentes en la sala, disfrutaban de un programa especial adecuado a su edad, a nuestro protagonista se le permitió sentarse junto a sus padres durante las sesiones de trabajo capitulares. No interrumpía, vivía su mundo, seguro y tranquilo, bajo la mirada y el abrazo de sus padres, dedicado a la pintura de mandalas que regalaba a continuación a los que le rodeaban. Todos los presentes recibieron su mandala. ¡Yo tengo dos! Algunas veces repetía algún monosílabo o palabra que sus padres le habían dicho con anterioridad. Cuando quería y así lo decidía, salía de la sala capitular sin pedir permiso a la presidencia. No se notaba, no interrumpía, era como un soplo del Espíritu que va y viene a su aire y voluntad. Su madre le seguía con una cálida mirada y una sonrisa amorosa.

Por obra y gracia de estas tres personas, el capítulo, amén de ser la asamblea legislativa de nuestra comunidad, se convirtió en una escuela de ternura sin precedentes: las caricias y besos de la madre, los abrazos del hijo, su ecolalia, la mano cariñosa y conductora del padre, las miradas entre ellos y a los demás, los lápices de colores, las hojas de apuntes y dibujos, los rostros forjados en el dolor, la paciencia y la esperanza de los años que pasaron, la seguridad y cobijamiento del amor, la alegría de saberse amado, todo ello llegó e inundó la sala capitular, regalándonos una experiencia de ternura sin igual. Gracias, hermanos de mi alma, porque vuestro ejemplo no se borrará nunca de nuestros corazones.

Una mañana, a la salida de una de nuestras eucaristías, el sacerdote celebrante, el Padre espiritual de la comunidad, abrazó a toda la familia, incluyendo al segundo hijo que andaba por allí con el grupo de juventud. En aquel momento me imaginé a Cristo abrazando y dejándose abrazar, y diciendo a todos los allí presentes: “Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como estos es el Reino de Dios.”

Marcos en su Evangelio (10, 13-16) continúa diciendo: “Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él. Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.” Y mira por donde, la escuela de ternura se hizo patente aún más cuando nuestro protagonista, después de que sus padres recibieran más tarde la bendición por parte del sacerdote, al tocarle su turno, fuera él el que impusiera las manos sobre el celebrante.


Entonces me di cuenta, que era Cristo mismo el que se hacía presente en su gesto de amor infantil y en su atípica afección. No lo olvidaré jamás.


* Nota: El Instituto de Familias de Schoenstatt es una comunidad religiosa de matrimonios católicos, extendida en diversos países de Europa y América, que siendo fieles al Magisterio de la Iglesia viven, vinculados jurídicamente a la comunidad, un estilo de vida en el espíritu de los consejos evangélicos, imitando a la Sagrada Familia de Nazaret conforme a la época actual, queriendo colaborar así en la construcción de un nuevo orden social a través de la renovación cristiana del matrimonio y la familia. Su fundador fue el Padre José Kentenich.


El Papa Francisco y su mensaje al TED 2017

Uno de mis lectores me ha pedido traiga al Blog el texto completo del mensaje que el Papa Francisco dirigió al TED de Vancouver en abril d...