Dos noticias de prensa de los últimos días me
sugieren reflexionar sobre la postura del varón, mi postura, ante el hecho de
la ternura. Animo a mis lectores a comentar y completar lo que voy a escribir.
En la primera noticia, del 27 de agosto,
informan sobre el tenista Nicolás Mahut, que cayó derrotado en la última ronda
de clasificación previa al US Open de tenis. Cuenta el periodista que Mahut muy
tocado, se sentó en su banco bastante cabizbajo. Justo en eso momento, su hijo
de siete años, Natanael, invadió la pista para correr a abrazar y consolar a su
padre. Termina el relato con estas palabras: „Un gesto muy tierno que le hizo
cambiar por completo la cara al francés y se fundió en un emotivo abrazo con el pequeño“ (ABC).
La segunda noticia es más reciente, del 3 de
septiembre. Se trata de la repercusión que se ha producido en la ‚red‘ por un
vídeo que muestra el reencuentro entre
un hombre de 83 años y su hijo de 50 con síndrome de Down. El momento, recogido
por un familiar, muestra cómo se encuentran en el aeropuerto de Los Ángeles
después de haber estado separados durante una semana por primera vez. Al verse,
el hijo baja corriendo las escaleras mecánicas y ambos se abrazan y se besan
infinidad de veces. Hasta aquí la noticia.
En ambas situaciones es el hijo, el niño, el
que toma la iniciativa y pone en marcha ese acontecimiento emocional en donde el
corazón manda y consecuentemente se da el intercambio de gestos de ternura. Me
pregunto si hubiera sido posible la otra alternativa, o sea, que Nicolás Mahut,
en su tristeza, hubiera corrido hacia el hijo en la grada y lo hubiera abrazado
con ternura buscando en el niño su consuelo .......... O si el anciano de 83
años en Los Ángeles se hubiera adelantado para besar al hijo con síndrome de
Down que bajaba por la escalera mecánica .......
¿Qué
domina en la persona del varón?:
¿la razón o el sentimiento?, ¿la virilidad o la ternura?, ¿la fuerza o
la vulnerabilidad?, ¿la rabia o las lágrimas? ¿Es lo masculino una identidad
tan reducida y tan parcial, en la que gobierna sólo la razón, y en donde no hay
sitio para el sentimiento y la amistad desinteresada? Creo que para aprender a
vivir la ternura es necesario, en primer lugar, saber mirar dentro de uno
mismo, concentrarse en lo que uno es y no en lo que uno tiene, en lo que puede
dar y no tanto en lo que va a recibir, sin miedos ni respetos. Y éstos, tengo
que decir, son valores que me recuerdan más lo femenino del ser humano.
Me llama la atención que en los relatos de
prensa que comento no haya referencia alguna a la mujer, por ejemplo, a la
madre de Natanael, que seguramente estaba también en la grada del campo de
tenis. Esta ausencia me recuerda la soledad de Adán en los albores de la creación.
En el relato yahvista de la creación del hombre (Gn 2,4b-25) se cuenta que Adán
no encontraba entre los animales a ningún ser que pudiera „estar frente“ a él,
evocando así que la soledad original del hombre no corresponde a su naturaleza.
„No está bien“ que esté solo, dice Dios, y crea a la mujer, y la pone frente al
hombre. Al despertar y verla, Adán exclama: „¡Esta sí que es de mi propia carne y de mis propios
huesos!“
Este pasaje bíblico me dice que el varón
necesita – necesitamos - de la mujer para crecer y llegar a la mayor perfección
posible como persona humana. Y también la necesitamos para aprender a expresar
la potencialidad de la ternura que llevamos en el corazón, perdiendo los miedos
que llevamos dentro.
Aprender de la mujer a permitir que los demás hagan
emerger la ternura agazapada en nuestro interior, una ternura que viene marcada
en la mayoría de los casos por el intercambio y la reciprocidad con el tú. Y
para ello es bueno valorar las emociones y el deseo, superando el dualismo
entre razón y sentimiento, concediendo un espacio adecuado a nuestra vida
interior, afectiva y espiritual. Abrir, en definitiva, nuestros cauces varoniles
a la ternura. ¡Todo un desafío!
Lo acabo de leer! Muy lindo! Como mujer debo decir que, los gestos de ternura en un hombre son tan conmovedores, que hacen que su "virilidad" se engrandezca, no que disminuya, resultando infinitamente más atractivo a nuestros ojos y a nuestro corazón.
ResponderEliminarQuerido Paco, muchas gracias por tu reflexión. Lo que he visto y experimentado aunque no es extensible a todos los varones, me hace avalar lo que dices. El varón identifica la ternura con lo femenino y tiene miedo a perder "hombría".
ResponderEliminarAunque no pretendo enarbolar la bandera del feminismo, no podemos olvidar que durante siglos la mujer ha sido un ser humano de segunda clase. La sociedad durante muchos años ha hecho crecer las diferencias entre hombre y mujer hasta llegar casi a una dicotomía hombre-mujer, donde lo que definía a uno era todo lo contrario de lo que debía definir al otro.
Gracias a Dios, tenemos capacidad de análisis, de cambio y, aunque lentamente, de mejora. Hoy en día las cosas están cambiando y las cualidades del ser humano no son privilegio de un sólo género.
En estos días que en San Agustín celebramos a María en nuestras fiestas, ejemplo precioso de ternura, no se me ocurre nada mejor que pedirle que nos guíe por el camino de la ternura en nuestra relación con todas las personas que nos encontremos al andar.
Querido Paco, queremos dizer que nos alegrou muito este texto, e nos fez reflexionar sobre algumas coisas, em especial por valorar o "nós". Esteja certo, que há muito mas de Annalise em tu, do que imaginas! Obrigado pelo exemplo e sigamos com pasos de ternura, em continua construcion de um mundo melhor!
ResponderEliminarMuy querido Paco : muchísimas gracias por las preciosas historias que nos haces llegar esta semana… y por todo lo que nos sugieres a través de ellas.
ResponderEliminarDe ambas, me conmueve especialmente la idea, que tú destacas, de que es “el niño” el que “toma la iniciativa” de con-solar al padre… ¿no será una expresión de gratitud respuesta a lo recibido o aprendido de él? … Por ejemplo, en el caso del tenista, hay noticias de la desbordante alegría que sintieron su esposa (que sí está, aunque en un segundo plano) y él ante el nacimiento del niño. Respecto a la otra noticia, es verdad que también remueve las entrañas… padre e hijo nunca se habían separado tanto tiempo, especialmente desde que la madre falleciera.
Por otra parte, respecto a la idea de la ternura, y pensando en tus interrogantes sobre lo que “define la naturaleza del varón”, como mujer hay algo que no deja de llamarme la atención : la idea de que ésta encierre solo connotaciones “femeninas” y “poco frecuentes en los hombres”, como si definiese la “naturaleza esencial” de las primeras y su expresión externa descalificase la forma de estar en el mundo de los segundos (a quienes se ha tendido a asociar con la fuerza, entendida como alguna forma de violencia; en contraposición a la ternura, que se vería en ellos como debilidad) .
Me gustaría decir que los gestos de ternura y de misericordia que me han sido regalados a lo largo de mi vida (grabados firmemente en mi memoria y en mi corazón) van asociados, casi siempre, precisamente a hombres… así como tantas manifestaciones de poesía, arte, ciencia, filosofía, esfuerzo por grandes ideales, elevación a la trascendencia, etc… Pero no creo que nada de lo dicho hasta ahora defina “una naturaleza” en detrimento de la otra ni que tenga sentido debate alguno al respecto. Estoy convencida de que caer en algo así correría el riesgo de no ser más que un estereotipo que nos distancie cada vez más de lo que “era en un principio” … y en vez de acercarnos a la Santísima Trinidad consigamos lo contrario.
Más allá de nuestras diferencias biológicas, culturales, etc… (que debieran complementar más que distanciar), precisamente la ternura está en lo más íntimo tanto del hombre como de la mujer en su calidad de personas… aunque solo sea (nada más y nada menos!!! ) por eso de que hemos sido hechos “a imagen y semejanza de Dios”… No hace falta repetir la lista de las incontables manifestaciones de la ternura de Dios (p. ej. el Salmo 103)… No haría falta más que recordar que ÉL mismo (que tanto amó…) se hizo hombre en el vientre de una mujer… Es cierto que gracias a ELLA, la ternura y la misericordia “se hacen visibles”… pero la ternura y la misericordia encarnadas son las de ÉL+