No cabe duda que los que profesamos la fe
católica vivimos en estas fechas momentos difíciles y de bastante confusión. No
es ninguna novedad, pero el demonio se encarga una y otra vez de que haya
motivos para generar confusión e intranquilidad entre los que siguen al
Crucificado. El mismo Papa Francisco nos ha pedido que recemos el Santo Rosario
en este mes de octubre, pidiendo cada día a la Virgen María que ayude a la
Iglesia en estos tiempos de crisis. La nota de „Vatican News“ al respecto nos
da la explicación: „Esta petición llega ahora, en particular, tras estos
últimos meses donde la Iglesia vive situaciones difíciles, entre ellas, han
aparecido con mucha más fuerza que antes, abusos sexuales, abusos de poder y de
conciencia por parte de clérigos, personas consagradas y también laicos;
sumando así divisiones internas.“
En nuestra escuela de ternura nos esforzamos
para que „nuestro modo de mirar, de tocar, de besar se convierta en sacramento cotidiano, en posibilidad de
acceso al cariño entrañable del Dios de Jesús con todos, y de un modo
significativo con los pobres, pequeños, y abatidos de nuestro mundo.“ (Mariola
López V.). Queremos, con la ayuda de la Divina Gracia, que en nuestro esfuerzo
por aprender a amar con todo nuestro corazón y con todo nuestro cuerpo no
surjan motivos para empañar la BELLEZA de la ternura que nos ha sido regalada y
que deseamos regalar al que va a nuestro lado.
En este contexto recuerdo las estrofas de una
oración que compuso y rezó por primera vez el fundador del Movimiento de
Schoenstatt, el Padre José Kentenich, en febrero del año 1943, durante su
estancia como prisionero en el campo de concentración de Dachau, y que tituló
„Heimat-Lied“ - Cántico al terruño. Era una oración para la filial de las
Hermanas de María en la casa de ejercicios de Schoenstatt.
Inicia cada estrofa – son seis – con una
pregunta, inspirándose en un conocido poema de Goethe. El poeta alemán, después
de haber estado en Italia y haberse quedado maravillado de aquella tierra, la
añora y anhela, y escribe sus versos comenzando con la pregunta. „¿Conoces el país donde florece el
limonero?“ y terminando cada estrofa con un anhelo hecho verso:
„Hacia allí, hacia allí
quisiera
yo ponerme en camino junto a ti, amado mío!“
En la última estrofa Goethe lo puntualiza:
„Hacia allí, hacia allí
se
dirige nuestra senda! ¡Oh, padre, pongámonos en camino!“
Al Padre Kentenich, al igual que a Goethe, le
impulsa el anhelo de la BELLEZA y tiene un sueño en medio de la oscuridad y las
atrocidades del campo de concentración, tiene una visión que describe en esta
oración, la de un Schoenstatt que concibe como parte de la Iglesia misma, y que
él anhela con toda su alma. Repetirá, al estilo de Goethe, al final de cada
estrofa un estribillo: „Yo conozco esa
maravillosa tierra: es la pradera asoleada con los resplandores del Tabor,
donde reina nuestra Señora tres veces Admirable en la porción de sus hijos
escogidos.“
En estos momentos difíciles de la Iglesia, de
nuestra Iglesia, vale la pena meditar alguna de estas estrofas, soñar con el
Padre Kentenich y anhelar con él „esa maravillosa tierra“ de Dios (también y precisamente
hoy, en estos tiempos que nos ha tocado vivir). Transcribo tres de las seis
estrofas:
„¿Conoces
aquella tierra cálida y familiar
que
el Amor eterno se ha preparado:
donde
corazones nobles laten en la intimidad
y
con alegres sacrificios se sobrellevan;
donde,
cobijándose unos a otros,
arden
y fluyen
hacia
el corazón de Dios;
donde
con ímpetu brotan fuentes de amor
para saciar la sed de amor que padece el mundo?“
...............
„Yo conozco esa maravillosa tierra ...“
„¿Conoces
aquella tierra abundante y pura,
reflejo
de la Belleza eterna: donde las almas nobles y fuertes
se
desposan con el Cordero de Dios;
donde
ojos transparentes irradian calor
y
manos bondadosas alivian dolores;
donde
esas manos sin mancha
continuamente
se juntan en oración
para conjurar los poderes demoníacos?“
...............
„Yo conozco es maravillosa tierra ...“
„¿Conoces
aquella tierra, ciudad de Dios,
que
el Señor se ha construido:
donde
reina la veracidad,
y
la verdad domina todo y sobre todo triunfa;
donde
las santas normas de la justicia
determinan
lo que se hace y lo que se evita;
donde
el amor une
los
corazones y los espíritus,
y el Señor y Maestro empuña el cetro?“
...............
„Yo conozco esa maravillosa tierra ...“
El Cántico al terruño es como un sueño
profético sobre el que el conocido obispo Helder Cámara diría: „Si sueña uno
solo, todo se queda en un sueño, pero si son muchos los que sueñan juntos,
entonces será el comienzo de una nueva realidad.“ Yo conozco a muchos que han
soñado y siguen soñando juntos y con el Padre Kentenich, aunque a veces parezca
que el sueño nunca se va a hacer realidad.
„Yo
conozco esa maravillosa tierra: . ¡es mi terruño, es mi tierra de
Schoenstatt!“ ¡Es
la Iglesia de mi Cristo crucificado!
Yo me uno a Goethe y digo:
"Hacia allí, hacia allí
se dirige nuestra senda! ¡Oh, padre, pongámonos en camino!“
"Todo yo soy un inmenso afán de infinito", dirá Chesterton... y también un inmenso anhelo de Hogar... Qué lindo lo que escribiste, Paco. Gracias.
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