viernes, 19 de octubre de 2018

¿Conoces esa maravillosa tierra?


No cabe duda que los que profesamos la fe católica vivimos en estas fechas momentos difíciles y de bastante confusión. No es ninguna novedad, pero el demonio se encarga una y otra vez de que haya motivos para generar confusión e intranquilidad entre los que siguen al Crucificado. El mismo Papa Francisco nos ha pedido que recemos el Santo Rosario en este mes de octubre, pidiendo cada día a la Virgen María que ayude a la Iglesia en estos tiempos de crisis. La nota de „Vatican News“ al respecto nos da la explicación: „Esta petición llega ahora, en particular, tras estos últimos meses donde la Iglesia vive situaciones difíciles, entre ellas, han aparecido con mucha más fuerza que antes, abusos sexuales, abusos de poder y de conciencia por parte de clérigos, personas consagradas y también laicos; sumando así divisiones internas.“

En nuestra escuela de ternura nos esforzamos para que „nuestro modo de mirar, de tocar, de besar se convierta en sacramento cotidiano, en posibilidad de acceso al cariño entrañable del Dios de Jesús con todos, y de un modo significativo con los pobres, pequeños, y abatidos de nuestro mundo.“ (Mariola López V.). Queremos, con la ayuda de la Divina Gracia, que en nuestro esfuerzo por aprender a amar con todo nuestro corazón y con todo nuestro cuerpo no surjan motivos para empañar la BELLEZA de la ternura que nos ha sido regalada y que deseamos regalar al que va a nuestro lado.

En este contexto recuerdo las estrofas de una oración que compuso y rezó por primera vez el fundador del Movimiento de Schoenstatt, el Padre José Kentenich, en febrero del año 1943, durante su estancia como prisionero en el campo de concentración de Dachau, y que tituló „Heimat-Lied“ - Cántico al terruño. Era una oración para la filial de las Hermanas de María en la casa de ejercicios de Schoenstatt.

Inicia cada estrofa – son seis – con una pregunta, inspirándose en un conocido poema de Goethe. El poeta alemán, después de haber estado en Italia y haberse quedado maravillado de aquella tierra, la añora y anhela, y escribe sus versos comenzando con la pregunta. „¿Conoces el país donde florece el limonero?“ y terminando cada estrofa con un anhelo hecho verso:

„Hacia allí, hacia allí
quisiera yo ponerme en camino junto a ti, amado mío!“

En la última estrofa Goethe lo puntualiza:

„Hacia allí, hacia allí
se dirige nuestra senda! ¡Oh, padre, pongámonos en camino!“

Al Padre Kentenich, al igual que a Goethe, le impulsa el anhelo de la BELLEZA y tiene un sueño en medio de la oscuridad y las atrocidades del campo de concentración, tiene una visión que describe en esta oración, la de un Schoenstatt que concibe como parte de la Iglesia misma, y que él anhela con toda su alma. Repetirá, al estilo de Goethe, al final de cada estrofa un estribillo: „Yo conozco esa maravillosa tierra: es la pradera asoleada con los resplandores del Tabor, donde reina nuestra Señora tres veces Admirable en la porción de sus hijos escogidos.“

En estos momentos difíciles de la Iglesia, de nuestra Iglesia, vale la pena meditar alguna de estas estrofas, soñar con el Padre Kentenich y anhelar con él „esa maravillosa tierra“ de Dios (también y precisamente hoy, en estos tiempos que nos ha tocado vivir). Transcribo tres de las seis estrofas:

„¿Conoces aquella tierra cálida y familiar
que el Amor eterno se ha preparado:
donde corazones nobles laten en la intimidad
y con alegres sacrificios se sobrellevan;
donde, cobijándose unos a otros,
arden y fluyen
hacia el corazón de Dios;
donde con ímpetu brotan fuentes de amor
para saciar la sed de amor que padece el mundo?“

............... „Yo conozco esa maravillosa tierra ...“

„¿Conoces aquella tierra abundante y pura,
reflejo de la Belleza eterna: donde las almas nobles y fuertes
se desposan con el Cordero de Dios;
donde ojos transparentes irradian calor
y manos bondadosas alivian dolores;
donde esas manos sin mancha
continuamente se juntan en oración
para conjurar los poderes demoníacos?“

............... „Yo conozco es maravillosa tierra ...“

„¿Conoces aquella tierra, ciudad de Dios,
que el Señor se ha construido:
donde reina la veracidad,
y la verdad domina todo y sobre todo triunfa;
donde las santas normas de la justicia
determinan lo que se hace y lo que se evita;
donde el amor une
los corazones y los espíritus,
y el Señor y Maestro empuña el cetro?“

............... „Yo conozco esa maravillosa tierra ...“

El Cántico al terruño es como un sueño profético sobre el que el conocido obispo Helder Cámara diría: „Si sueña uno solo, todo se queda en un sueño, pero si son muchos los que sueñan juntos, entonces será el comienzo de una nueva realidad.“ Yo conozco a muchos que han soñado y siguen soñando juntos y con el Padre Kentenich, aunque a veces parezca que el sueño nunca se va a hacer realidad.

„Yo conozco esa maravillosa tierra: . ¡es mi terruño, es mi tierra de Schoenstatt!“                                             ¡Es la Iglesia de mi Cristo crucificado!

 Yo me uno a Goethe y digo:

"Hacia allí, hacia allí
se dirige nuestra senda! ¡Oh, padre, pongámonos en camino!“



1 comentario:

  1. "Todo yo soy un inmenso afán de infinito", dirá Chesterton... y también un inmenso anhelo de Hogar... Qué lindo lo que escribiste, Paco. Gracias.

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