viernes, 27 de abril de 2018

El discurso de la luna - la caricia del Papa y el abrazo de mi padre


Afirman los que de esto entienden que la ternura se manifiesta y crece en y con los pequeños gestos. Recuerdo alguno de ellos.

Octubre del año 1962. El mundo entero vive con miedo la conocida crisis de los misiles en Cuba. Se espera en cualquier momento el inicio de un enfrentamiento nuclear entre Rusia y Estados Unidos con su temida repercusión en Europa y en el resto del mundo. En los días clave de la crisis, del 15 al 28 de ese mes, unos amenazan, otros dialogan, y muchos rezan. También los padres conciliares en Roma. Precisamente el jueves 11 de octubre se había iniciado la primera sesión del Concilio Vaticano II convocado tiempo atrás por el Papa Juan XXIII. Yo residía por aquel entonces en Alemania.

Al anochecer de ese día estaban reunidas más de cien mil personas en la plaza de San Pedro del Vaticano. Había luna llena y brillaba radiante por encima de la Basílica y la plaza. Los cantos y oraciones de la gente llegaban hasta la habitación del Papa. Ëste se asomó a la ventana y les dirigió unas palabras. Después se retiró, estaba cansado, ya se sabía enfermo. Los peregrinos seguían rezando, no se dispersaban. Debido a la insistencia de uno de los monseñores que le acompañaban, salió más tarde de nuevo al balcón y les dirigió a todos el conocido discurso de la luna, el discurso de la caricia del Papa.

«Queridos hijitos, queridos hijitos, escucho vuestras voces. La mía es una sola voz, pero resume la voz del mundo entero. Aquí, de hecho, está representado todo el mundo. Se diría que incluso la luna se ha apresurado esta noche, observadla en lo alto, para mirar este espectáculo. Es que hoy clausuramos una gran jornada de paz; sí, de paz: “Gloria a Dios y paz a los hombres de buena voluntad” (cf. Lc 2,14). ……………
Continuemos queriéndonos bien, queriéndonos bien así: y, en el encuentro, prosigamos tomando aquello que nos une, dejando aparte, si lo hay, lo que pudiera ponernos en dificultad. ....
Regresando a casa, encontraréis a los niños; hacedles una caricia y decidles: ésta es la caricia del papa. Tal vez encontréis alguna lágrima que enjugar. Tened una palabra de aliento para quien sufre. ....... En fin, recordemos todos, especialmente el vínculo de la caridad y, cantando, o suspirando, o llorando, pero siempre llenos de confianza en Cristo que nos ayuda y nos escucha, procedamos serenos y confiados por nuestro camino“.

¿Escucharía mi padre el discurso del Papa? Pocos días más tarde recibía yo una carta suya fechada en Granada el 12 de octubre – por aquel entonces vivía yo en Alemania y reflexionaba sobre mi futuro -. Entre otras cosas me decía:

„Quedo enterado de tus proyectos, Paco; siempre he tenido confianza en ti y la tengo, y creo que, como dices, es necesario que te proporciones ya tu porvenir. Tú piensa lo que mejor te convenga, decide y obra en consecuencia, siempre, claro está, que sea algo que te agrade y te dé un crecimiento positivo y seguro. Veo lo entusiasmado que sigues con Anneliese; Dios quiera darte toda la felicidad que yo te deseo y pido al Señor. Espero que no vuelvas a tardar tanto en escribir, y mientras llega tu carta recibe todo el cariño de tu padre que te quiere y te abraza, Paco.“

Cincuenta años después, en octubre de 2012, el Papa Benedicto XVI, en una audiencia pública dijo que deseaba recordar las palabras de Juan XXIII y proponía a las personas presentes que, al volver a casa, dieran un abrazo a sus seres queridos como si fuera la caricia del Papa.

Yo recuerdo ahora el amor y el abrazo de mi padre; cuando vea la próxima vez a uno de mis hijos, lo abrazaré, y le diré que es la caricia de su abuelo. ...... Esta vez, cincuenta y seis años después.



lunes, 23 de abril de 2018

Descubriendo la "buena nueva" de la ternura


Hace un año, por estas fechas, que el Papa Francisco en un mensaje grabado en el Vaticano para el congreso anual de las TED (Technology, Entertainment, Design - con sus „ideas dignas de difundir“) habló una vez más de la ternura – ese „movimiento que parte del corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos“ -, invitando a los congresistas y demás participantes a emprender lo que él llamó y llama la „revolución de la ternura“. Ya lo había pedido en otras ocasiones a otros grupos de fieles y personas. Un año antes, el mismo Papa había escrito su Exhortación Apostólica „Amoris Laetitia“; en ella citó en más de veinte ocasiones a la ternura, ese amor que, según sus palabras, se hace cercano y concreto en nuestra vida y especialmente en la vida de los matrimonios y familias.

Siguiendo estas invitaciones nos propusimos tratar el tema en un grupo de matrimonios amigos al que mi esposa y yo asistimos regularmente. Tengo que confesar que no fue una de nuestras mejores reuniones. Nos costó desarrollar el asunto, y muchos de nosotros – sobre todo los hombres – nos vimos algo sorprendidos y sin argumentos que aportar. Tematizar la ternura no es nada fácil. Además, en éste como en otros ámbitos siempre cuesta hablar de las propias experiencias, especialmente de las que hacen referencia a la clausura de nuestro corazón ......

Al terminar la reunión me propuse reflexionar sobre el tema y buscar en mis recuerdos y „archivos“ algunas referencias al mismo. Empecé por darme cuenta que el sentimiento de ternura al que se refiere el Papa no tiene nada que ver con el sentimentalismo o zalamería, ni mucho menos con una concesión a la debilidad humana. Se trata, más bien, de considerar la ternura como una fuerza que brota del corazón que es capaz y sabe ofrecer y recibir amor. Algunos autores han dicho que la ternura es un tesoro de los creyentes, un tesoro de los amantes. ¡En este ámbito me encuentro en casa!

Y como es cierto que nos cuesta descubrir este tesoro, quiero recorrer con mis amigos y lectores algunas sendas que nos lleven a valorarlo en nosotros mismos y en los que nos rodean. Les invito a abrir y a inaugurar hoy conmigo una „escuela de ternura“ y a visitar regularmente sus aulas en este Blog con el ánimo de conocer y vivir esa „buena nueva“ de la ternura, a ser protagonistas de la „revolución“ citada.

No quisiera que a mis años – pronto me llamarán octogenario - se escape la ternura de mi vida, porque posiblemente se me estaría escapando la vivencia de esa TERNURA con mayúscula que es Dios, el Dios Padre, que se hace visible en el tierno amor que su Hijo nos regaló y regala a diario.

El Papa Francisco y su mensaje al TED 2017

Uno de mis lectores me ha pedido traiga al Blog el texto completo del mensaje que el Papa Francisco dirigió al TED de Vancouver en abril d...