viernes, 25 de mayo de 2018

Los regalos y el "sexto sentido"

Hace unos días un grupo de amigos quiso felicitar a mi mujercita por su renovado cumpleaños. Esta vez contemplando la vida después de ocho décadas de regalar y recibir aprecio y entrega, amor y sacrificio. Fue una velada inolvidable, en la que mutuamente pudimos experimentar la bondad de los unos con los otros, a la vez que nos interesábamos participativamente por el que teníamos enfrente. El aprecio y la amabilidad como los rasgos característicos de la ternura, que suponen a su vez una implicación personal. Implicación que llevó, sobre todo a las mujeres del grupo, a mostrarlo con pequeños regalos y sentidas palabras salidas del corazón.


Esa noche andaba yo algo cansado; me senté y observé al grupo en silencio. En esos minutos aparté mi mente masculina hacia un lado, y dejé que los  ojos de  mi corazón valoraran los encuentros y las muestras de cariño con los que mi mujer tanto disfrutaba. Según Pascal „hay razones que la razón no conoce“ y sólo lo ve el corazón. En El principito de Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) la zorra le explicaba a su amigo: „He aquí mi secreto, que no puede ser más simple. Sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos; sólo se ve con los ojos del corazón“. „Lo esencial es invisible para los ojos“, repitió el principito para tenerlo claro.
Tuve suerte: activé los ojos del corazón y disfruté de la ternura del momento. Los teólogos antiguos decían que ‚donde reina el amor, allí hay ojos que saben ver‘ – „Ubi amor, ibi oculus“.

Una de nuestras amigas allí presentes (es asidua lectora de mi Blog) me preguntó si la ternura  no está en la mirada. Tiene en casa algunas fotos de su marido mirando a un hijo recién nacido, y cuando las recuerda, intuye en ellas esa disposición afectiva que es la ternura. Es evidente que ese potencial de sensibilidad que anida en nosotros necesita canalizarse a través de los sentidos, también a través de la vista. La ternura es algo activo, que necesita acoger, darse y compartir. Y nuestros sentidos son el vehículo para interesarse participativamente por el otro, por los que nos rodean.

Recuerdo ahora a mis padres. Mi padre, aquel maestro de escuela rural de los años de la postguerra española, lector de los libros de Pestalozzi, enseñándole a los niños de aquel pueblo de la sierra granadina a deletrear el alfabeto, contar los números y la tabla de multiplicar, recitar el catecismo, saber de los ríos y montañas de España y contar episodios de la historia nacional. En la lección 50 de „El parvulito“ (libro de enseñanza de entonces) se hablaba de los sentidos corporales. El texto escrito decía que los sentidos corporales son cinco: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Como no había libros para todos, se aprendía cantando. Y ésta era la canción al respecto:

„Niño, vamos a cantar una bonita canción;
Yo te voy a preguntar, tú me vas a responder:
- Los ojos, ¿para qué son?  -  Los ojos son para ver.
- ¿Y el tacto?  -  Para tocar.
- ¿Y el oído?  - Para oir.
- ¿Y el gusto?  - Para gustar.
- ¿Y el olfato?  - Para oler.
- ¿Y el alma?  - Para sentir, para querer y pensar“.  (A. Nervo)   

Lo del alma como un sentido corporal es algo poco convincente; se lo dejamos a Amado Nervo.

Para mi madre sí había un „sexto sentido“: algo que no puede ser captado por los demás, algo silencioso, femenino, que ella llevaba dentro y dominaba (y que en parte a mí me regaló); es el impulso que sabe del verdadero valor de las cosas, que lo encontramos en los sueños, en la imaginación, en la intuición; que vive de la esperanza y cultiva la creatividad, que sabe regalar y acoger a los demás porque ejercita la intuición leyendo en los gestos y acciones del otro. Es algo que no sabe de estudios universitarios pero sí de una escuela superior de vida. La que visitó mi madre, mientras que mi padre estudiaba magisterio.

Es el „sexto sentido“, maestro y gestor de ternuras, que me permitió también a mí disfrutar de la ternura que nuestros amigos nos regalaron en la velada de la otra noche, y que yo deseo para todos mis lectores. Gracias por los regalos y por todo lo demás.

viernes, 18 de mayo de 2018

Tenerezza, la ruta italiana de la ternura

Como saben mis amigos, en el transcurso de mi vida he tenido la oportunidad de vivir en tres países y culturas diferentes: España, Alemania e Italia. En estos caminos que ahora recorro, queriendo contribuir a la "revolución de la ternura", se me ha ocurrido detenerme por un momento en esas latitudes y preguntarme si existe alguna diferencia entre lo que piensa un alemán, un italiano y un español sobre la ternura. 

Para empezar abriré los diccionarios oficiales correspondientes y buscaré el significado que le dan los expertos a las tres palabras que nos interesan: Zärtlichkeit, ternura y  tenerezza. ¿Habrá diferencias? 

El alemán la define así: „un fuerte sentimiento de afecto unido al anhelo de expresar este afecto: ser cariñoso“
A la RAE (Real Academia Española) le bastan pocas palabras: „sentimiento de cariño entrañable“
Mis inolvidables italianos, sin embargo, son más expresivos: „Profondo sentimento di dolcezza e affetto, spesso associato a commozione. Al pl.: Azioni o parole affettuose, che esprimono sentimenti profondi. Fam: coccole“. Traducción: „Sentimiento profundo de dulzura y afecto, asociado a menudo a la conmoción. En plural: acciones o palabras afectuosas, que expresan sentimientos profundos. Familiarmente: caricias.“ 

Pues resulta que sí hay diferencias, aunque no en lo esencial. De la definición que le dan los alemanes a nuestro vocablo, deducimos que a ellos les gusta el orden, lo esencial y no necesitan de flexibilidad; son puntuales pero se les nota cierta frialdad emocional. Los españoles somos diferentes: en las cuatro palabras de la RAE intuyo la mentalidad cervantina, y me imagino a Don Quijote explicándole a Sancho Panza (¡el de la poca sal en la mollera!) lo de la ternura........ Recuerdo, por ejemplo, cuando el caballero le decía a su escudero que „el amor es deseo de belleza“, o aquello otro de „mis amores y los suyos (de Dulcinea) han sido siempre platónicos, sin extenderse a más que a un honesto mirar.“ Pobre Sancho, con poco se tenía que conformar. Así me siento yo con lo que dice nuestro diccionario de la lengua española sobre la ternura (¡poca sal para la olla!).


Italia es diferente. Tenerezza, sentimientos, dulzura, afecto, conmoción, acciones y palabras, caricias, ...... todo un arco iris de expresiones para definir algo inefable y misterioso como es el mundo que rodea la temática de nuestra escuela. Creo que para avanzar en este camino será mejor tomar la ruta italiana.

Al escribir sobre estos sentimientos italianos recuerdo un pequeño secreto de mi adolescencia que os quiero desvelar hoy; tiene que ver con la ternura. Se trata de mi primer amor platónico. Poco después de cumplir yo los quince años, mi tío Antonio, el farmacéutico, tuvo un gesto de ternura con su sobrino primogénito y me invitó al cine. Se trataba del estreno de „Vacaciones en Roma“. La historia, y sobre todo la protagonista, Audrey Hepburn, se adueñaron por mucho tiempo de mis sueños adolescentes. ¡Qué hubiera dado yo entonces por recorrer Roma en Vespa sujetando la cintura de aquella belleza singular, llamada Anna, con el gracioso y pintoresco pañuelo en su garganta, disfrutando del encanto de unas relaciones humanas simples, felices y alegres!

Es esa frescura y espontaneidad que me han animado a quedarme en Italia y buscar aquí las fuentes para nuestra escuela de ternura. Estoy convencido que hubiera valido la pena perderse una noche con Anna, mi amor platónico y princesa de mis sueños, por los puentes del Tévere, y que vale la pena también entrar en las librerías de Trevi o Campo Marzio buscando literatura sobre la tenerezza. Lo primero lo soñé en mi adolescencia, y lo último me va a facilitar la tarea en nuestra escuela.

Tengo ya en mi mesa de trabajo dos libros que nos ayudarán en el futuro a seguir reflexionando sobre la ternura. El primero se titula: „La teologia della tenerezza. Un „vangelo“ da riscoprire“. Su autor: Carlo Rochetta (Profesor durante muchos años de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y fundador de una comunidad de familias solidarias). El segundo libro se titula: „La civiltà della tenerezza – Nuovi stili di vita per il terzo millenio“, y lo escribió Giuliana Martirani, madre de dos hijos, profesora de la Universidad de Nápoles y miembro destacado de varios organismos internacionales de reconciliación y paz. Algún día contaré algo sobre estos autores.

Al final y para meditar una frase en italiano: „Tenerezza è dire grazie con la vita: e ringraziare è gioia perché è umile riconoscimento dell’essere amati ..... Tenereza è appunto questo lasciarsi amare .....“  
(Ternura es dar gracias por la vida; y agradecer es alegría, porque es el humilde reconocimiento de que somos amados ..... Ternura es justo ésto: dejarse amar ....).

viernes, 11 de mayo de 2018

El arco iris

Días antes de iniciar mi nueva aventura con la publicación de este Blog estuve hablando con una persona muy querida sobre el diseño de la cabecera y el título del mismo. Le sugerí algunas posibilidades e incluso le envié fotos del álbum familiar, fotos de la infancia de mis hijos en brazos de su madre. Le dejé libertad y ella optó por una de mis ideas, la del arco iris. Y ahí está, en la cabecera del Blog.

Tengo que confesar que la sugerencia del arco iris tuvo su origen en aquel pasaje del Génesis (Gn 9,12-17), del diluvio universal y la posterior alianza de amor que hizo Dios con la humanidad entera, al poner su arco en las nubes como señal de su alianza con toda la tierra y con toda criatura. Pensaba que el arco iris nos hablaba de la ternura de Dios con su criatura.

Han pasado unas semanas desde entonces y he podido seguir reflexionando sobre el símbolo escogido para nuestra ‚escuela de ternura‘. No sé cual es vuestra experiencia, os voy a contar la mía.

Durante mis paseos por los campos cercanos he tenido la oportunidad de observar en algunas ocasiones el arco iris en el horizonte. Unas veces, las menos, cubriendo los campos y las sierras con un gran semicírculo, y las más, a pequeños trazos entre las nubes con esos siete colores – rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil y violeta – que sabemos que están ahí, pero que no podemos determinar cuando empieza uno y termina el otro.
Es esa mezcla de colores que sugiere en el espectador una variedad de vibraciones interiores de gozo, de afectos, de anhelos y añoranzas, un concierto de sensaciones y vivencias, tal y como lo hace la ternura en aquel que la regala y en el que la recibe. Fijaros: para que el arco iris surja, se necesita algo que acoge, y algo que se dona; sin las gotas de agua, las que reciben, y sin los rayos del sol que se regalan no hay arco iris en el firmamento. Es como con la ternura, hay alguien que está dispuesto a recibir, o lo necesita, y otro que es capaz de regalar amor. Un arco que toca el cielo y también la tierra, que aporta serenidad como un descanso después de la tempestad.

El arco iris es como la ternura, algo inefable, misterioso, que no se puede explicar con palabras. ¿Os habéis preguntado por qué, si es circular, no se ve en su totalidad? ¿Por qué son siete los colores, y aparecen siempre en el mismo orden? Surge sin avisar, su tiempo es limitado, no tiene explicación, pero hace feliz al que lo observa. Brota de la belleza de una alianza de amor y nos remite a la belleza del Eterno Hacedor, que con su física divina hace posible dispersar el haz de luz solar en un espectro de múltiples colores. El amor que se hace fecundo.

El pájaro del arco iris y mi suegra


Son los mismos siete colores que tiene el ‚pájaro del arco iris‘. Así llaman al abejaruco, ave con vistoso plumaje en el que aparecen todos los colores del arco iris. Lo cito porque este pajarito, que viene de África en el mes de abril para pasar su verano entre nosotros, tiene unos gestos de ternura con su pareja dignos de imitar: cuentan los ornitólogos que en la fase de cortejo, por ejemplo, el macho captura insectos sin cesar y se los „regala“ una y otra vez a la hembra de forma cariñosa.Juega también con pequeñas piedrecitas, lanzándolas al aire y haciendo feliz a su futura compañera.

A propósito de hacer feliz con pequeños gestos, recuerdo hoy a mi querida mamá suegra, mi inolvidable señora Mayer. Estando mi esposa y yo en la fase de ese primer enamoramiento que marca la vida para siempre, tuvo su madre el detalle de regalarnos un libro de poesías de Johann Wolfgang von Goethe, con poemas de amor que impactan al enamorado de todas las épocas. No sé si mi querida suegra deseaba también que yo, el españolito del sur, aprendiera el auténtico idioma alemán. Lo cierto es que a estas alturas de mi atardecer, considero un gesto de ternura su regalo, y más, porque puedo hoy leer y saborear agradecido el poema de Goethe que dice:

(‚Wenn zu den Regenwand Phöbus sich gattet, .....‘ – Escrito por Goethe, ya en su ancianidad).

Cuando al muro de lluvia Febo se arrima,
al momento reluce el arco iris.
Puedo verlo en la niebla dibujado
como un círculo blanco aunque celeste.
Así pues, viejo alegre, no estés triste:
también el pelo blanco amor levanta.

¿Me lo estará recordando mi querida suegra desde el cielo? Gracias por su gesto de ternura.


viernes, 4 de mayo de 2018

Dios Padre, ¿un Dios tierno y misericordioso?


Una amiga de nuestra parroquia me ha escrito, después de leer la primera reflexión de este Blog, un mensaje de WhatsApp:  „me ha encantado, porque me dejó impresionada pensar que Dios es tierno y siente ternura por nosotros sus hijos pequeños. ¡No sé porqué!“

¿Cómo nos imaginamos a Dios? ¿Es la fe algo de la razón o del corazón? Vivimos en un tiempo en el que se ha debilitado nuestro corazón en nuestras relaciones con los demás y también con Dios. Recuerdo una de las charlas que el Padre Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt y de mi comunidad, el Instituto de Familias de Schoenstatt, dirigió a sacerdotes, confesores y directores espirituales, en los años cincuenta:

"Así se explica, decía él, la falta de carácter del tiempo actual y la falta de fidelidad personal. La fuerza con que se manifiesta en la vida religiosa, es decir, en el trato con Dios, el aplanamiento y el empobrecimiento del corazón, lo muestra una observación más profunda de la piedad del hombre actual que sigue siendo cristiano... Con frecuencia se pasa de un desborde sentimental, incontrolable y desenfrenado, a un estado anímico de terrible indigencia y sequedad".

Estoy convencido que Dios nos ama con un amor personal, nos conoce y tiene un interés especial por cada uno de nosotros, pero en muchas ocasiones lo olvidamos, porque en la práctica Dios se nos presenta como una idea, como un "ello" grande, desconocido, incluso bueno, pero no, o no suficientemente, como un tú vivo y personal, semejante a una persona que está frente a nosotros. El Padre Kentenich dice al respecto:

"Hasta en la oración, y más aún en la vida diaria, miramos a un espacio vacío y no a los ojos de un Dios personal, cálidamente dirigidos hacia nosotros, con todas nuestras cualidades y defectos".

Nuestro fundador conocía bien las homilías del cardenal John Henry Newman, presbítero anglicano convertido al catolicismo en 1845 y beatificado por el Papa Benedicto XVI en el año 2010. Lo citaba con esmerado acierto. Quiero traer, para terminar hoy mi reflexión, una cita de este memorable predicador que el Padre Kentenich regaló a sus oyentes en otro retiro, esta vez para estudiantes de teología, futuros sacerdotes:  

“Dios respeta tu modo de ser, seas tú como fueres. Te llama por tu nombre (Is 43,1). Te ve y te comprende, porque te creó. Sabe lo que sucede dentro de ti, conoce todos tus sentimientos y pensamientos particulares, tus predisposiciones e inclinaciones, tu fuerza y tus flaquezas. Te ve en días de alegría y en días de dolor; toma parte en tus esperanzas y en tus pruebas…, participa de tus temores y recuerdos, de los altibajos de tu ánimo. Él ha contado los cabellos de tu cabeza y las varas de tu estatura; en abrazo te rodea y te acoge en sus brazos; te levanta y te sienta; observa tu rostro, si ríe o está anegado en lágrimas, si se muestra sano o enfermo; mira con ternura tus manos y tus pies; escucha tu voz; oye el latir de tu corazón y el respirar de tu pecho. Tú no te amas más de lo que te ama él; tú no le temes más al dolor de lo que a él le disgusta verte sufrir; y cuando te impone algún sufrimiento, es como si tú mismo quisieras imponértelo para recibir de él una bendición mayor… Que sea, pues, nuestra aspiración, con la gracia de Dios, comprender bien dónde nos hallamos y qué es él para nosotros. Es sumamente tierno y misericordioso, pero, independientemente de todas sus misericordias, no se desvía ni el espesor de un cabello de la línea que le señala la eterna Verdad, Santidad y Justicia. … ” 

Cuando regreso de mi paseo diario por el campo con las piernas doloridas y algo cansado - cosa de los años, dice mi mujer - traigo a mi mente y a mi corazón especialmente esa frase del cardenal Newman: "¡en abrazo te rodea y te acoge con sus brazos; mira con ternura tus manos y tus pies!" ¡Qué maravilla que el buen Dios sea tan tierno y se acuerde también de mis piernas!


El Papa Francisco y su mensaje al TED 2017

Uno de mis lectores me ha pedido traiga al Blog el texto completo del mensaje que el Papa Francisco dirigió al TED de Vancouver en abril d...