viernes, 29 de junio de 2018

El abrazo de "sor Amable"


En mi reflexión de hoy quiero referirme a los abrazos o intentos de abrazo de dos mujeres que con este gesto deseaban mostrar el cariño o reconocimiento a la persona con la que se estaban encontrando. Sabemos que ese impulso maravilloso que Dios ha puesto en nuestro corazón, la ternura, necesita del cuerpo para expresarse, y el abrazo es una de las formas más habituales para ello.

La primera mujer de mis pensamientos es María Magdalena y su encuentro con el Maestro, su amado Maestro, el que no estaba en el sepulcro. Jesús había resucitado. Pocos instantes después de encontrarse los dos, y después de que ella intentara abrazar a Jesús, éste le dijo la célebre frase: „¡Noli me tangere!“ (Jn 20,17). Para los de mi generación, que crecimos estudiando latín durante el bachillerato y formándonos en el catecismo y la Vulgata (versión latina de la Biblia), la frase citada - Noli me tangere - la traducíamos y entendíamos por „¡No me toques!“

He de confesar que en alguna de mis meditaciones pascuales me pregunté: ¿Por qué no quiso Jesús que la tocara? Este mismo Jesús, meses antes, admitió que otra mujer, la pecadora, le ungiera sus pies con perfume, e incluso le alabó su gesto (Lc 7,38). Mis dudas se basaban también en el hecho de que momentos antes del encuentro de María Magdalena con Jesús las otras mujeres que habían estado en el sepulcro se encontraron con él y sujetándoles los pies le adoraron (Mt 28,9).

Yo no soy experto en nada, y menos aún en la exegesis neotestamentaria, esa ciencia que, como dice Guillermo J. Morado, doctor en teología, „nos puede acercar a la Escritura o alejarnos de ella porque nos hagan pensar que lo que leemos no es en realidad lo que leemos“. Pues bien según la exegesis más moderna lo que en realidad dijo Jesús a María Magdalena fue „Suéltame“, o „deja de tocarme“. O sea, que sí lo abrazó; ella sujetó con amor los pies de su Maestro. Era la forma de decirle a Jesús que se quedara con ella, que olvidara la cruz y todo lo acontecido, mostrándole así la ternura de su corazón humano.

Pero, como dijo Benedicto XVI en su audiencia del 11 de abril de 2007 la realidad después de la resurrección era otra: „A María Magdalena el Señor le dijo: „Suéltame, pues todavía no he subido al Padre“. ... María Magdalena quería volver a tener a su Maestro como antes, considerando la cruz como un dramático recuerdo que era preciso olvidar. Sin embargo no había que volver atrás, sino entablar una relación totalmente nueva con él: era necesario ir hacia adelante“. Orientar la mirada hacia el futuro, ser testigos de la muerte y resurrección de Cristo, anunciarlo a los hermanos.

Las palabras „ir hacia adelante“ me traen el recuerdo de la otra mujer, el recuerdo del pretendido abrazo de „sor Amable“ a un sacerdote amigo hace ya unos años.También esta mujer, religiosa y superiora de una casa de ejercicios de Extremadura, solía dar rienda suelta a su ternura dando la bienvenida a sus invitados con un caluroso y tierno abrazo; lo que quiso hacer también con el sacerdote que acompañaba a nuestro grupo de matrimonios. Lo que no sabía  „sor Amable“ era que este Padre espiritual sabía latín, y tenía muy presente en sus relaciones con los demás aquello de ¡Noli me tangere!. Parece ser que en sus tiempos de seminario y posteriormente en el sacerdocio se llevaba muy en serio lo de la „regula tactus“ que cité en mis reflexiones del viernes pasado.

Pues bien, los hechos fueron éstos: Eran los últimos días de octubre del año 1988. Nuestro curso de matrimonios (españoles y portugueses) decidimos encontrarnos en Badajoz (Extremadura/España) para iniciar nuestro primer terciado – tiempo de formación especial en nuestro Instituto de familias de Schoenstatt - . Nuestro Padre asistente espiritual, Padre Rudolf M. (+ 6.11.2014), fue con nosotros a Badajoz.

Nos citamos en la casa de retiros elegida, coincidimos en la llegada. Los matrimonios fuimos entrando poco a poco a la recepción. La Hermana superiora, (llamada en esta historia „sor Amable“), saludaba a cada uno de los que llagaban con un abrazo efusivo y alegre. Su constitución física ayudaba a nuestra protagonista en sus gestos de ternura y acogimiento.  El último en entrar a la casa fue nuestro Padre espiritual. Fue cosa de segundos; mis hermanos podrán dar fe de lo que escribo. Todos nos mirábamos unos a otros expectantes, pensando en el abrazo de „sor Amable“ al Padre R. Pero he aquí que no contábamos con la capacidad de reacción de nuestro sacerdote: al ver venir a „sor Amable“ con los brazos extendidos para abrazarlo, sacó su brazo derecho como un resorte fijo y rígido, extendiendo la mano y haciendo frenar a la Hermana pocos milímetros antes de que la mano del sacerdote chocara con su pecho acogedor.

Un susurro de sorpresa y liberación recorrió la escena. Mientras que todos los presentes respirábamos hondo, „sor Amable“ y el padre Rudolf se estrechaban la mano envueltos en una sonrisa, gesto de ternura del célibe (!?). La ‚regula tactus‘ entre célibes consagrados quedó en este caso bien parada con la ayuda de Dios; ¡pienso yo, que Dios ayudó!.



2 comentarios:

  1. Muchas gracias Paco,

    Comparto contigo la gran importancia del abrazo como signo de acogimiento y ternura.

    Para mí el abrazo a la persona que acabas de conocer es realmente un signo de acogimiento e incluso de entrega, de una cierta “exposición” de ti mismo. Con un fuerte abrazo, le estás diciendo a esa persona que, aún sin conocerla, la acoges y la consideras tu igual y tu hermano, rompiendo cualquier distancia.

    El abrazo es parecido a la sonrisa, con la que estás dando el mensaje a la otra persona de que la acoges, la consideras y de que puede entrar a formar parte de tu entorno.

    Me acuerdo de que en el fin de semana que hicimos la renovación matrimonial vino una chica, que tú invitaste, que nos habló de la importancia del abrazo en las relaciones. En ese caso no hablaba del abrazo inicial a la persona que acabas de conocer, sino del abrazo diario a las personas queridas. Nos dijo que era importantísimo abrazarse mucho y, además, abrazos largos y duraderos. Desde entonces yo he intentado aplicarlo con mi familia y, sinceramente, creo que nos ha ayudado muchísimo.

    Un fuerte …… ¡abrazo!

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  2. Una de mis hijas llama "Abrazo sensibilizador" a ese gesto fuerte, sentido y provocador. Provoca comunicación . Te dice "aquí estoy y te necesito para hacer comunidad". Te dice "no es lo mismo" si no empatizamos, si no venís conmigo al encuentro . ¿Es un riesgo ? Sí , claro! . Como vivir...
    Lo he probado con mi família , con los amigos , con mis hermanos y hermanas de comunidad, con mis alumnos y luego con compañeros y compañeras de trabajo y el resultado ha sido esperanzador.
    Abrazar con toda el alma.
    No sé en latín ... pero en español se dice que "vale la pena".

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