Para concretar el ejercicio nos damos una puntuación en cada etapa de la vida (de 0 a 3 poco, de 4 a 6 escaso, y de 7 a 10 mucho).
Una sugerencia para esta semana: podemos hacer el ejercicio en comunidad, en la pareja, con el marido o la mujer, con nuestros hijos, con algún amigo. Intercambiamos nuestras vivencias y apuntamos la valoración que le demos .........
Salmo 104
¡Alma mía, bendice a Yahveh! ¡Yahveh, Dios mío,
qué grande eres! Vestido de esplendor y majestad,
arropado de luz como de un manto, tú despliegas
los cielos lo mismo que una tienda,
levantas sobre las aguas tus altas moradas;
haciendo de las nubes carro tuyo, sobre las alas del viento te deslizas;
tomas por mensajeros a los vientos, a las
llamas del fuego por ministros.
Sobre sus bases asentaste la tierra,
inconmovible para siempre jamás.
Del océano, cual vestido, la cubriste, sobre
los montes persistían las aguas;
al increparlas tú, emprenden la huída, se
precipitan al oír tu trueno,
y saltan por los montes, descienden por los
valles, hasta el lugar que tú les asignaste;
un término les pones que no crucen, por que no
vuelvan a cubrir la tierra.
Haces manar las fuentes en los valles, entre
los montes se deslizan;
a todas las bestias de los campos abrevan, en
ellas su sed apagan los onagros;
sobre ellas habitan las aves de los cielos,
dejan oír su voz entre la fronda.
De tus altas moradas abrevas las montañas, del
fruto de tus obras se satura la tierra;
la hierba haces brotar para el ganado, y las
plantas para el uso del hombre, para que saque de la tierra el pan,
y el vino que recrea el corazón del hombre,
para que lustre su rostro con aceite y el pan conforte el corazón del hombre.
Se empapan bien los árboles de Yahveh, los
cedros del Líbano que él plantó;
allí ponen los pájaros su nido, su casa en su
copa la cigüeña;
los altos montes, para los rebecos, para los
damanes, el cobijo de las rocas.
Hizo la luna para marcar los tiempos, conoce el
sol su ocaso;
mandas tú las tinieblas, y es la noche, en ella
rebullen todos los animales de la selva,
los leoncillos rugen por la presa, y su
alimento a Dios reclaman.
Cuando el sol sale, se recogen, y van a echarse
a sus guaridas;
el hombre sale a su trabajo, para hacer su
faena hasta la tarde.
¡Cuán numerosas tus obras, Yahveh! Todas las
has hecho con sabiduría, de tus criaturas está llena la tierra.
Ahí está el mar, grande y de amplios brazos, y
en él el hervidero innumerable de animales, grandes y pequeños;
por allí circulan los navíos, y Leviatán que tú
formaste para jugar con él.
Todos ellos de ti están esperando que les des a
su tiempo su alimento;
tú se lo das y ellos lo toman, abres tu mano y
se sacian de bienes.
Escondes tu rostro y se anonadan, les retiras
su soplo, y expiran y a su polvo retornan.
Envías tu soplo y son creados, y renuevas la
faz de la tierra.
¡Sea por siempre la gloria de Yahveh, en sus
obras Yahveh se regocije!
El que mira a la tierra y ella tiembla, toca
los montes y echan humo.
A Yahveh mientras viva he de cantar, mientras
exista salmodiaré para mi Dios.
¡Oh, que mi poema le complazca! Yo en Yahveh
tengo mi gozo.
¡Que se acaben los pecadores en la tierra, y ya
no más existan los impíos! ¡Bendice a Yahveh, alma mía!"
Cuadro de evaluación personal
Cuadro de evaluación personal
Infancia
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Adolescencia
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Juventud
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Adulto
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Sol
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Luna/estrellas
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Agua
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Aire
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Tierra
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Árboles
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Plantas
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Animales
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Piedras/metales
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Fuego/energía
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(Idea: Giuliana Martirani, "La civiltà della tenerezza")
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