viernes, 31 de agosto de 2018

El Cantar de los Cantares


En la búsqueda de las huellas de la ternura divina en los libros del Antiguo Testamento nos encontramos con ‚El Cantar de los Cantares‘, un texto en el que Dios habla el lenguaje de los enamorados. La exegesis lo interpreta originariamente como un canto nupcial.

Son versos en los que se exalta el amor conyugal como punto final de un camino iniciado en la búsqueda del otro, en el amor erótico, y que culmina en el descubrimiento del tú, porque amar es ocuparse y preocuparse del otro, ansiar el bien y la felicidad de la persona amada. En los diálogos entre el amado y la amada el deseo, como movimiento afectivo, adquiere diferentes formas, pareciendo algo inalcanzable y que apunta a la trascendencia. Saca a los amantes del círculo vicioso del yo y los introduce en el éxtasis de la donación de uno mismo para encontrarse con el otro, llegando así a la felicidad plena.

En un cuaderno de formación para religiosos de Frontera-Hegian titulado „Hacia la ternura“ sus autoras, Mariola López y Patricia Hevia, religiosas del Sagrado Corazón de Jesús, escriben lo siguiente: „Algunos autores nos recuerdan la necesidad de recuperar el eros en nuestra vida, comprendido como dinamismo e impulso, como fuerza que nos despliega en gratuidad y don de nosotros mismos. Al eros que es salida y encuentro, se contrapone el erotismo como autocentramiento donde no hay rostro ni alteridad, y donde el ego ocupa todo el espacio y se convierte en referencia absoluta. Sin embargo, el eros tiene el poder de crear escenarios para el encuentro y para la alteridad donde el otro es importante por sí mismo y no meramente un objeto“.

Los que hemos visitado la escuela pedagógica del fundador de Schoenstatt, el Padre José Kentenich, recordamos sus enseñanzas sobre la importancia del amor erótico para la vida matrimonial. En una de sus charlas a los matrimonios, en marzo del año 1961, decía lo siguiente: „¿Qué se entiende por amor erótico? Es la complacencia en la apariencia total de la pareja. ¿Comprenden esto? ........¿Comprenden, entonces, que el amor erótico es protección del amor sexual?“ El amor erótico es la fascinación ante la belleza del otro, busca expresarse sensiblemente, quiere cautivar y agradar al cónyuge es atento y delicado. Sabe enamorar. A modo de ilustración el Padre Kentenich hizo también este comentario:  „Ayer me visitó una joven pareja de novios que pronto se van a casar. Pueden imaginarse cómo se comportaban. ¡Si hubieran visto sus miradas! ¿Qué cómo eran? Tal cual la de ustedes cuando estaban en su misma situación. La mirada de cada uno era como un sol que iluminaba al otro. ¡Con qué afecto se daban la mano y se abrazaban! Después me enteré de que aquel muchacho antes de su noviazgo no sabía nada de gestos de ternura. ¿Se dan cuenta? Este es el amor de eros al que me refería. Es la fascinación ante la belleza del otro“.

Al meditar sobre el testimonio bíblico que nos trae El Cantar de los Cantares podemos pensar que hay en Dios también un amor erótico que nos busca, que nos desea, que se hace visible en su Divina Providencia. Él nos tiene marcados en su corazón, y marcó a su vez el nuestro con un sello indeleble. San Pablo dice al respecto: „el que nos marcó con su sello y nos dió en arras el Espíritu en nuestros corazones“ (II Corintios, 1, 22) Dios es el amante que con sus gestos de ternura nos provoca y nos atrae, que nos busca, y que encuentra también su placer en nosotros.

Para terminar quiero traer un pensamiento del Papa Benedicto XVI sobre el eros de Dios para con el hombre. Lo podéis encontrar en la Carta Encíclica „Deus caritas est“ del año 2005: El eros de Dios para con el hombre, como hemos dicho, es a la vez agapé. No sólo porque se da del todo gratuitamente, sin ningún mérito anterior, sino también porque es amor que perdona. ....... El amor apasionado de Dios por su pueblo, por el hombre, es a la vez un amor que perdona. Un amor tan grande que pone a Dios contra sí mismo, su amor contra su justicia. El cristiano ve perfilarse ya en esto, veladamente, el misterio de la Cruz: Dios ama tanto al hombre que, haciéndose hombre él mismo, lo acompaña incluso en la muerte y, de este modo, reconcilia la justicia y el amor“. (10)

El Cantar de los Cantares es una obra maestra para las almas espirituales y místicas. San Juan de la Cruz, por ejemplo, en su Cántico Espiritual, recreó los poemas del Cantar bíblico. Sus estrofas le enseñaron que el amor humano se identifica en verdad con el amor divino, y que ese amor no se demuestra sino que se vive y canta en la experiencia universal de amor entre el hombre y la mujer.


viernes, 24 de agosto de 2018

Tras las huellas de la ternura en el Antiguo Testamento


Esta mañana – era todavía el amanecer – abrí el Antiguo Testamento y me encontré con Isaías en su capítulo 62, versículos 4 y 5: "No se dirá de ti jamás «Abandonada», ni de tu tierra se dirá jamás «Desolada», sino que a ti se te llamará «Mi Complacencia», y a tu tierra, «Desposada». Porque Yahveh se complacerá en ti, y tu tierra será desposada." ... "Porque como se casa joven con doncella, se casará contigo tu edificador, y con gozo de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios." Después de leerlo dos veces me atreví a pensar que no eran palabras al aire, o dichas hace siglos por un autor inspirado; eran palabras dirigidas a mí, aquí y ahora, en este hoy de mi vida ...... ¿Te lo imaginas conmigo?

Pareciera que Dios nos busca y nos desea - ¡pobre de mí! –, parece que nos dirige su palabra enamorada, para que nos demos cuenta de su amor, amor que se hará realidad en Jesús, el Hijo, en su presencia misteriosa y real aquí y ahora. Es un camino, el de Dios hacia nosotros, que se viste de gratuidad, de sobreabundancia, de ternura. Y lo más grande es que ese Dios encuentra su placer en nosotros, en mí, en tí (¡....y con gozo de esposo por su novia se gozará por ti tu Dios!).

Al reflexionar sobre el lenguaje del Antiguo Testamento me doy cuenta de que no es fácil encontrar la medida adecuada para entender lo que leemos o escuchamos, para entender toda la historia de ese Israel, que por una parte habla de alianza y de bodas, y por otra vive en la angustia de la espera, anhelando que la majestad de Dios le de la respuesta adecuada a las tragedias de su propia vida. Pareciera que el Antiguo Testamento vive de la promesa, vive mirando hacia adelante. Así Isaías hace decir al Señor: „Por un breve instante te abandoné, pero con gran compasión (rahamîm) te recogeré“. (Is 54,7)

El autor del libro del Deuteronomio lo expresa también así: „YHWH tu Dios es un Dios misericordioso: no te abandonará ni te aniquilará, ya no se olvidará de la alianza que con juramento concluyó con tus padres“ (Dt 4,31). Y el salmista ayuda en su reflexión cuando plantea que la ternura del Señor puede compararse con la de un padre con sus hijos: „Como un padre se encariña con sus hijos, así de tierno es YHWH con sus adeptos“ (Sal 103,13). Una ternura que, a pesar de la infidelidad del pueblo hace decir al Señor: „Yo sanaré su infidelidad, los amaré graciosamente“ (Os 14,5)

En este amanecer de un nuevo día, en el que medito sobre la ternura del Padre en el Antiguo Testamento, me doy cuenta que yo también, como el salmista, me hallo mirando hacia adelante, esperando la aurora. A veces me parezco a Juan el Bautista, el que anunciaba aún al Dios justiciero y que en su encuentro con Jesús le pregunta  a éste: „¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro?“

Quiero pensar que los textos del AT son un símbolo del corazón humano insatisfecho y abierto. A veces, hay momentos en nuestra vida en los cuales parece que hallamos el reposo, y en otros nos sentimos perdidos e indefensos, con un único anhelo, el que escribiera Unamuno como epitafio para su propia tumba: „Méteme, Padre Eterno, en tu pecho, misterioso hogar. Dormiré allí, pues vengo deshecho del duro bregar.“

Y el autor bíblico, queriendo representar la fuerza única de la ternura divina pone en labios del Señor un recuerdo que es a la vez una profecía: „Con amor eterno te he amado, por eso he reservado gracia para ti“ (Jr 31,3).

En este momento el sol lucía plenamente en la mañana de mi meditación. Y con esa promesa en el corazón me sentí tranquilo y feliz.


viernes, 17 de agosto de 2018

Misericordia y ternura


En uno de los comentarios recibido por WhatsApp a mi reflexión del viernes pasado escribía una de mis lectoras, también presente en la citada sala capitular, lo siguiente:  „Que Dios los bendiga por ser tan reflejo del amor misericordioso y lleno de ternura de Dios Padre“. Se refería evidentemente a los padres del protagonista de mi pequeña historia. Esta anotación me sugiere una meditación sobre la relación existente entre ternura y misericordia.

Recordarán mis lectores de la primera hora que este Blog se inició a partir de unas palabras que el Papa Francisco dirigió a los dirigentes de Caritas Internationalis reunidos en Roma el 17 de noviembre de 2016 y que tuve la ocasión de leer meses después: „En un mundo dominado por la ‚cultura del descarte‘ se necesita una especie de ‚rebelión‘. La gran enfermedad de hoy es la ‚cardioesclerosis‘, por eso se necesita ‚una revolución de la ternura‘. Porque la ternura es „cercanía, es el gran gesto del Padre hacia nosotros: Dios se hizo cercano, se hizo como nosotros, es esta la condescendencia del Padre“, dijo el Papa a los presentes.

La semana pasada intenté reflejar con mis palabras lo vivido hace unos días en la sala capitular de nuestro Instituto: en medio de una asamblea reunida para legislar y votar, la presencia inusual y excepcional de un hijo con sus limitaciones, hizo brillar la cercanía y condescendencia de unos padres, su misericordia, con el hijo de sus entrañas. En ellos pudimos los allí presentes experimentar el reflejo de la misericordia divina, y por ello y sin „construirlo“, el hecho capitular se convirtió en un acontecimiento familiar íntimo e inolvidable.

Durante el encuentro del Papa Francisco con los responsables de Caritas que antes cité, el Papa insistió: “Ternura es cercanía, y cercanía es tocar, abrazar, consolar, no tener miedo a la carne porque Dios tomó la carne humana, y la carne de Cristo son hoy los descartados, los desplazados, las víctimas de las guerras”. Y yo añado: los limitados por una anomalía en el crecimiento (TEA).

Y por eso, a nadie extrañaron los besos del hijo y de la madre ni los abrazos del padre al hijo y a la madre. La misericordia necesita siempre de la ternura para que no se quede en algo abstracto. En la Bula que escribió el Papa Francisco en abril del año 2015 para convocar el jubileo extraordinario de la misericordia decía lo siguiente: La misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.” (MV 6)

En el capítulo dedicado al “Lenguaje bíblico de la ternura” de su libro “Teología de la ternura” escribe el Dr. Carlo Rocchetta lo siguiente: “La palabra bíblica del vocabulario veterotestamentario que hemos de tomar sobre todo en consideración es rahûm, probablemente la más afín al término latino de „ternura“. Se deriva de la raiz hebrea rhm y remite a un sentimiento localizado en la parte más profunda de la persona y de su cuerpo, las interioridades, sus vísceras (rahamîm, plural de intensidad), el vientre materno (rehem), y corresponde por tanto a una vivencia de fuerte participación afectiva, que no se limita a observar desde lejos el objeto al que se dirige, sino que lo experimenta en primera persona, con cariño, como en el caso de una madre que se conmueve por el hijo que ha dado a luz (1Re 3,26). Por consiguiente el verbo râham significa sentir piedad y benevolencia por una persona que se encuentra necesitada: una emoción interior que se traduce en gestos concretos de bondad y de solicitud. Los gestos surgen como expresión visible de un amor intenso y de una viva com-pasión que roza en sus raíces la profundidad del que lo realiza, afectándolo en todo su ser.“ „¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ésas llegasen a olovidar, yo no te olvido“ (Is 49,15)

Estos pensamientos sobre el lenguaje del Antiguo Testamento y el texto citado nos muestran también que el amor de Dios, su misericordia, es como el de la madre que está profundamente vinculada a través de su cuerpo a la vida de su criatura, de forma afectiva, porque ese amor brota de los entresijos del propio ser.

Como escribía el lector mencionado al inicio de esta reflexión en su mensaje, ese amor misericordioso de Dios lo vimos reflejado en sus criaturas, en la madre y en el padre de mi pequeña historia capitular. Gracias por esta escuela de ternura, a la que asistimos días atrás. ¡Ojalá que este aprendizaje nos saque de nuestra „cardioesclerosis“! ¡Abrazos!


viernes, 10 de agosto de 2018

Ternura y mandalas en la sala capitular


Estuvieron a menudo ante mis ojos, continuamente en mi corazón. Durante los días de mi estancia en Alemania para asistir al Capítulo General de nuestro Instituto de Familias de Schoenstatt *, ellos, un matrimonio y su hijo adolescente, se sentaban a la mesa de trabajo en la primera fila de la sala capitular – delante de la mía -, y ocupaban los asientos delanteros en la capilla de la casa durante las celebraciones litúrgicas. No se separaban, unas veces el hijo entre la madre y el padre, otras veces sentado al lado de uno de ellos.

Dicen que el autismo es un fallo en el desarrollo de la persona que acarrea a veces algunas “afecciones caracterizadas por algún grado de alteración del comportamiento social, la comunicación y el lenguaje, y por un repertorio de intereses y actividades restringido, estereotipado y repetitivo”.

Mientras que los demás niños, hijos de otros matrimonios presentes en la sala, disfrutaban de un programa especial adecuado a su edad, a nuestro protagonista se le permitió sentarse junto a sus padres durante las sesiones de trabajo capitulares. No interrumpía, vivía su mundo, seguro y tranquilo, bajo la mirada y el abrazo de sus padres, dedicado a la pintura de mandalas que regalaba a continuación a los que le rodeaban. Todos los presentes recibieron su mandala. ¡Yo tengo dos! Algunas veces repetía algún monosílabo o palabra que sus padres le habían dicho con anterioridad. Cuando quería y así lo decidía, salía de la sala capitular sin pedir permiso a la presidencia. No se notaba, no interrumpía, era como un soplo del Espíritu que va y viene a su aire y voluntad. Su madre le seguía con una cálida mirada y una sonrisa amorosa.

Por obra y gracia de estas tres personas, el capítulo, amén de ser la asamblea legislativa de nuestra comunidad, se convirtió en una escuela de ternura sin precedentes: las caricias y besos de la madre, los abrazos del hijo, su ecolalia, la mano cariñosa y conductora del padre, las miradas entre ellos y a los demás, los lápices de colores, las hojas de apuntes y dibujos, los rostros forjados en el dolor, la paciencia y la esperanza de los años que pasaron, la seguridad y cobijamiento del amor, la alegría de saberse amado, todo ello llegó e inundó la sala capitular, regalándonos una experiencia de ternura sin igual. Gracias, hermanos de mi alma, porque vuestro ejemplo no se borrará nunca de nuestros corazones.

Una mañana, a la salida de una de nuestras eucaristías, el sacerdote celebrante, el Padre espiritual de la comunidad, abrazó a toda la familia, incluyendo al segundo hijo que andaba por allí con el grupo de juventud. En aquel momento me imaginé a Cristo abrazando y dejándose abrazar, y diciendo a todos los allí presentes: “Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis, porque de los que son como estos es el Reino de Dios.”

Marcos en su Evangelio (10, 13-16) continúa diciendo: “Yo os aseguro: el que no reciba el Reino de Dios como niño, no entrará en él. Y abrazaba a los niños, y los bendecía poniendo las manos sobre ellos.” Y mira por donde, la escuela de ternura se hizo patente aún más cuando nuestro protagonista, después de que sus padres recibieran más tarde la bendición por parte del sacerdote, al tocarle su turno, fuera él el que impusiera las manos sobre el celebrante.


Entonces me di cuenta, que era Cristo mismo el que se hacía presente en su gesto de amor infantil y en su atípica afección. No lo olvidaré jamás.


* Nota: El Instituto de Familias de Schoenstatt es una comunidad religiosa de matrimonios católicos, extendida en diversos países de Europa y América, que siendo fieles al Magisterio de la Iglesia viven, vinculados jurídicamente a la comunidad, un estilo de vida en el espíritu de los consejos evangélicos, imitando a la Sagrada Familia de Nazaret conforme a la época actual, queriendo colaborar así en la construcción de un nuevo orden social a través de la renovación cristiana del matrimonio y la familia. Su fundador fue el Padre José Kentenich.


viernes, 3 de agosto de 2018

La ternura de la creación con nosotros (Salmo 104)

En esta semana queremos seguir con la metodología elegida y practicada la semana pasada. Leemos detenidamente el salmo, esta vez el Salmo 104, y reflexionamos después sobre los regalos que hemos recibido de Dios en las diferentes etapas de nuestras vidas. Para facilitar la tarea tenemos el cuadro que reproduzco más abajo y que nos guía en nuestro empeño. Son muchos los dones de la naturaleza de los que hemos disfrutado en nuestras vidas. 

Para concretar el ejercicio nos damos una puntuación en cada etapa de la vida (de 0 a 3 poco, de 4 a 6 escaso, y de 7 a 10 mucho). 
Una sugerencia para esta semana: podemos hacer el ejercicio en comunidad, en la pareja, con el marido o la mujer, con nuestros hijos, con algún amigo. Intercambiamos nuestras vivencias y apuntamos la valoración que le demos .........

Salmo 104 


¡Alma mía, bendice a Yahveh! ¡Yahveh, Dios mío, qué grande eres! Vestido de esplendor y majestad,
arropado de luz como de un manto, tú despliegas los cielos lo mismo que una tienda,
levantas sobre las aguas tus altas moradas; haciendo de las nubes carro tuyo, sobre las alas del viento te deslizas;
tomas por mensajeros a los vientos, a las llamas del fuego por ministros.
Sobre sus bases asentaste la tierra, inconmovible para siempre jamás.

Del océano, cual vestido, la cubriste, sobre los montes persistían las aguas;
al increparlas tú, emprenden la huída, se precipitan al oír tu trueno,
y saltan por los montes, descienden por los valles, hasta el lugar que tú les asignaste;
un término les pones que no crucen, por que no vuelvan a cubrir la tierra.
Haces manar las fuentes en los valles, entre los montes se deslizan;
a todas las bestias de los campos abrevan, en ellas su sed apagan los onagros;
sobre ellas habitan las aves de los cielos, dejan oír su voz entre la fronda.

De tus altas moradas abrevas las montañas, del fruto de tus obras se satura la tierra;
la hierba haces brotar para el ganado, y las plantas para el uso del hombre, para que saque de la tierra el pan,
y el vino que recrea el corazón del hombre, para que lustre su rostro con aceite y el pan conforte el corazón del hombre.

Se empapan bien los árboles de Yahveh, los cedros del Líbano que él plantó;
allí ponen los pájaros su nido, su casa en su copa la cigüeña;
los altos montes, para los rebecos, para los damanes, el cobijo de las rocas.
Hizo la luna para marcar los tiempos, conoce el sol su ocaso;
mandas tú las tinieblas, y es la noche, en ella rebullen todos los animales de la selva,
los leoncillos rugen por la presa, y su alimento a Dios reclaman.

Cuando el sol sale, se recogen, y van a echarse a sus guaridas;
el hombre sale a su trabajo, para hacer su faena hasta la tarde.
¡Cuán numerosas tus obras, Yahveh! Todas las has hecho con sabiduría, de tus criaturas está llena la tierra.

Ahí está el mar, grande y de amplios brazos, y en él el hervidero innumerable de animales, grandes y pequeños;
por allí circulan los navíos, y Leviatán que tú formaste para jugar con él.
Todos ellos de ti están esperando que les des a su tiempo su alimento;
tú se lo das y ellos lo toman, abres tu mano y se sacian de bienes.
Escondes tu rostro y se anonadan, les retiras su soplo, y expiran y a su polvo retornan.
Envías tu soplo y son creados, y renuevas la faz de la tierra.

¡Sea por siempre la gloria de Yahveh, en sus obras Yahveh se regocije!
El que mira a la tierra y ella tiembla, toca los montes y echan humo.
A Yahveh mientras viva he de cantar, mientras exista salmodiaré para mi Dios.
¡Oh, que mi poema le complazca! Yo en Yahveh tengo mi gozo.
¡Que se acaben los pecadores en la tierra, y ya no más existan los impíos! ¡Bendice a Yahveh, alma mía!" 


Cuadro de evaluación personal
  

Infancia
Adolescencia
Juventud
Adulto

Sol






Luna/estrellas






Agua






Aire






Tierra






Árboles






Plantas






Animales






Piedras/metales






Fuego/energía





(Idea: Giuliana Martirani, "La civiltà della tenerezza")



El Papa Francisco y su mensaje al TED 2017

Uno de mis lectores me ha pedido traiga al Blog el texto completo del mensaje que el Papa Francisco dirigió al TED de Vancouver en abril d...