Una amiga de nuestra parroquia me ha escrito,
después de leer la primera reflexión de este Blog, un mensaje de WhatsApp: „me ha
encantado, porque me dejó impresionada pensar que Dios es tierno y siente ternura
por nosotros sus hijos pequeños. ¡No sé porqué!“
¿Cómo nos imaginamos a Dios? ¿Es la fe algo de
la razón o del corazón? Vivimos en un tiempo en el que se ha debilitado nuestro
corazón en nuestras relaciones con los demás y también con Dios. Recuerdo una
de las charlas que el Padre Kentenich, fundador del Movimiento de Schoenstatt y
de mi comunidad, el Instituto de Familias de Schoenstatt, dirigió a sacerdotes,
confesores y directores espirituales, en los años cincuenta:
"Así se explica, decía él, la falta de carácter del tiempo actual y la falta de fidelidad personal. La fuerza con que se manifiesta en la vida religiosa, es decir, en el trato con Dios, el aplanamiento y el empobrecimiento del corazón, lo muestra una observación más profunda de la piedad del hombre actual que sigue siendo cristiano... Con frecuencia se pasa de un desborde sentimental, incontrolable y desenfrenado, a un estado anímico de terrible indigencia y sequedad".
Estoy convencido que Dios nos ama con un amor personal, nos conoce y tiene un interés especial por cada uno de nosotros, pero en muchas ocasiones lo olvidamos, porque en la práctica Dios se nos presenta como una idea, como un "ello" grande, desconocido, incluso bueno, pero no, o no suficientemente, como un tú vivo y personal, semejante a una persona que está frente a nosotros. El Padre Kentenich dice al respecto:
"Hasta en la oración, y más aún en la vida diaria, miramos a un espacio vacío y no a los ojos de un Dios personal, cálidamente dirigidos hacia nosotros, con todas nuestras cualidades y defectos".
Nuestro fundador conocía bien las homilías del cardenal John Henry Newman,
presbítero anglicano convertido al catolicismo en 1845 y beatificado por el
Papa Benedicto XVI en el año 2010. Lo citaba con esmerado acierto. Quiero
traer, para terminar hoy mi reflexión, una cita de este memorable predicador
que el Padre Kentenich regaló a sus oyentes en otro retiro, esta vez para
estudiantes de teología, futuros sacerdotes:
“Dios respeta tu modo de ser, seas tú como fueres.
Te llama por tu nombre (Is 43,1). Te ve y te comprende, porque te creó. Sabe lo
que sucede dentro de ti, conoce todos tus sentimientos y pensamientos
particulares, tus predisposiciones e inclinaciones, tu fuerza y tus flaquezas.
Te ve en días de alegría y en días de dolor; toma parte en tus esperanzas y en
tus pruebas…, participa de tus temores y recuerdos, de los altibajos de tu
ánimo. Él ha contado los cabellos de tu cabeza y las varas de tu estatura; en
abrazo te rodea y te acoge en sus brazos; te levanta y te sienta; observa tu
rostro, si ríe o está anegado en lágrimas, si se muestra sano o enfermo; mira con ternura tus manos y tus pies;
escucha tu voz; oye el latir de tu corazón y el respirar de tu pecho. Tú no te
amas más de lo que te ama él; tú no le temes más al dolor de lo que a él le
disgusta verte sufrir; y cuando te impone algún sufrimiento, es como si tú
mismo quisieras imponértelo para recibir de él una bendición mayor… Que sea,
pues, nuestra aspiración, con la gracia de Dios, comprender bien dónde nos
hallamos y qué es él para nosotros. Es
sumamente tierno y misericordioso, pero, independientemente de todas sus
misericordias, no se desvía ni el espesor de un cabello de la línea que le
señala la eterna Verdad, Santidad y Justicia. … ”
Cuando regreso de mi paseo diario por el campo con las piernas doloridas y algo cansado - cosa de los años, dice mi mujer - traigo a mi mente y a mi corazón especialmente esa frase del cardenal Newman: "¡en abrazo te rodea y te acoge con sus brazos; mira con ternura tus manos y tus pies!" ¡Qué maravilla que el buen Dios sea tan tierno y se acuerde también de mis piernas!
Gracias Paco,
ResponderEliminarCon este blog me ayudas a acercarme al Señor, a sentirme menos solo y más querido. Ni más ni menos.
Lo dicho. Muchas gracias.
Qué preciosa, querido Paco, esta "nueva aventura" tuya!!!
ResponderEliminarDoy gracias a Dios por el regalo de tus riquííísimaaasss vivencias,que nos contagian de las mil y una maneras en que el Señor se nos hace presente y nos deja sentir su ternura.
De corazón, gracias a ti también por re-cordarnos "pequeños detalles" que ayudan a vivir de otra manera...a caminar entre los otros y no mirar "al vacío" sino cara a cara.
Que Dios te bendiga, a ti y a "tus doloridas piernas"!!!
Superabrazooo !!!
Victoria G.
Sé que para enseñarme a descubrir Su ternura aprendiendo a ver la vida con Sus ojos, Dios os puso a Anneliese y a ti en mi camino.
ResponderEliminarGracias por este blog, por compartir con nosotros tu relación única, íntima y personal con el Señor.