Hace un año, por estas fechas, que el Papa
Francisco en un mensaje grabado en el Vaticano para el congreso anual de las
TED (Technology, Entertainment, Design - con sus „ideas dignas de difundir“) habló una vez más de la
ternura – ese „movimiento que parte del corazón y llega a los ojos, a los
oídos, a las manos“ -, invitando a los congresistas y demás participantes a emprender
lo que él llamó y llama la „revolución de la ternura“. Ya lo había pedido en
otras ocasiones a otros grupos de fieles y personas. Un año antes, el mismo
Papa había escrito su Exhortación Apostólica „Amoris Laetitia“; en ella citó en
más de veinte ocasiones a la ternura, ese amor que, según sus palabras, se hace
cercano y concreto en nuestra vida y especialmente en la vida de los
matrimonios y familias.
Siguiendo estas invitaciones nos propusimos
tratar el tema en un grupo de matrimonios amigos al que mi esposa y yo asistimos regularmente. Tengo que confesar que no fue una de nuestras
mejores reuniones. Nos costó desarrollar el asunto, y muchos de nosotros –
sobre todo los hombres – nos vimos algo sorprendidos y sin argumentos que
aportar. Tematizar la ternura no es nada fácil. Además, en éste como en otros ámbitos
siempre cuesta hablar de las propias experiencias, especialmente de las que
hacen referencia a la clausura de nuestro corazón ......
Al terminar la reunión me propuse reflexionar
sobre el tema y buscar en mis recuerdos y „archivos“ algunas referencias al
mismo. Empecé por darme cuenta que el sentimiento de ternura al que se refiere
el Papa no tiene nada que ver con el sentimentalismo o zalamería, ni
mucho menos con una concesión a la debilidad humana. Se trata, más bien, de
considerar la ternura como una fuerza que brota del corazón que es capaz y sabe
ofrecer y recibir amor. Algunos autores han dicho que la ternura es un tesoro
de los creyentes, un tesoro de los amantes. ¡En este ámbito me encuentro en
casa!
Y como es cierto que nos cuesta descubrir este
tesoro, quiero recorrer con mis amigos y lectores algunas sendas que nos lleven
a valorarlo en nosotros mismos y en los que nos rodean. Les invito a abrir y a inaugurar
hoy conmigo una „escuela de ternura“ y a visitar regularmente sus aulas en este Blog con el ánimo de conocer y vivir esa „buena nueva“ de la ternura, a ser
protagonistas de la „revolución“ citada.
No quisiera que a mis años – pronto me llamarán
octogenario - se escape la ternura de mi vida, porque posiblemente se me estaría
escapando la vivencia de esa TERNURA con mayúscula que es Dios, el Dios Padre,
que se hace visible en el tierno amor que su Hijo nos regaló y regala a diario.
Paco,
ResponderEliminarMuchas gracias por este nuevo regalo. Ya echábamos de menos tu anterior blog. Estamos encantados de asistir a esta nueva “escuela de ternura”, que nos ayudará a todos a acercarnos un poquito más a Jesús.
Un abrazo muy fuerte.
David
Permíteme,Paco, que ingrese en esta escuela de la ternura. Creo que es una asignatura que, a mi edad, sigo teniendo pendiente; con mi mujer, con mis hijos, con mis amigos. Erróneamente, he creído, que podía estar reñida con mi condición de hombre.
ResponderEliminarEs la única revolución que me parece que puede cambiar el mundo.
Cuenta conmigo, no como uno de los alumnos más aplicados, sino como uno de los más rendidos.
Un gran y tierno abrazo.
Antonio Peña
Hola Paco,
ResponderEliminarTe agradecemos la iniciativa y nos comprometemos a realizar más gestos de ternura empezando por nuestro cónyuge y con nuestros hijos.
Te iremos compartiendo nuestras experiencias.
Un abrazo para ambos
Mónica y Rodolfo
Gracias, Paco,
ResponderEliminarEs una alegría vivir de la fe en la infinta ternura que nos tiene el Padre Dios,y, claro, una alegría y esperanza pensando en nuestra limitacion humana respecto de nuestros hijos.